Sellos de origen: oportunidad para el desarrollo rural sostenible

Una herramienta útil para desarrollar el potencial propio de los espacios rurales, es la combinación de un proceso de identificación territorial con la creación de sellos de origen o identificaciones con las que un territorio se promociona, tanto de forma nacional como internacionalmente. Es por esto que, en el entorno en que actualmente se desenvuelven los mercados y la actividad agroalimentaria, es necesario visualizar esta oportunidad y fortalecer estrategias de diferenciación dirigidas a mejorar y consolidar la posición de los productos.

La valorización y clasificación de los productos agroalimentarios con sellos de origen contribuyen a mejorar el ingreso de los productores, conservar la diversidad de los recursos, ampliar la oferta de productos a los consumidores, y el mantenimiento de las tradiciones y el refuerzo de la organización territorial, entre otros beneficios.

Existen diversos sellos origen, siendo los más usados las indicaciones geográficas y las denominaciones de origen, las cuales protegen a los productos originarios de un país o de una región o localidad, siempre que tengan una calidad, reputación u otra característica imputable a su origen geográfico.

En el caso de las indicaciones geográficas, estas protegen los productos originarios del país o de una región o localidad, siempre que tengan una calidad, reputación u otra característica imputable a su origen geográfico; en cambio, las denominaciones de origen deben presentar, además, factores naturales y humanos que inciden en la caracterización del producto. En Chile, el encargado de proteger y velar por estos sellos de origen es el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), que brinda a las marcas un privilegio administrativo y no jurídico, como ocurre en otros países.

La valorización y clasificación de los productos agroalimentarios con sellos de origen contribuyen a mejorar el ingreso de los productores, conservar la diversidad de los recursos, ampliar la oferta de productos a los consumidores, y el mantenimiento de las tradiciones y el refuerzo de la organización territorial, entre otros beneficios.

En el proceso de construcción de estas identidades es recomendable consensuar todas las características que proporcionan una particularidad, de las cuales podemos mencionar: (i) vinculo territorial de la producción del producto: relación de vinculación territorial de la producción y su trascendencia con la historia y tradición del territorio; (ii) reconocimiento del producto: grado de reconocimiento que ha logrado adquirir el producto y sobre el cual se basa la diferenciación en términos de prestigio y notoriedad; (iii) dinámica territorial: capacidades de los actores para   establecer redes colaborativas, noción relacional de los actores del territorio que se vinculan al producto; (iv) inocuidad y aporte nutricional: beneficios y propiedades beneficiosas del consumo del producto e inocuidad del territorio, a fin de ser usados por los agentes locales para ganar poder de negociación en los mercados globales, hecho que permitiría disminuir en gran parte el riesgo de la competencia al que se enfrentan los territorios y sus agentes en la actual economía.