Comer en el trabajo: la importancia del tiempo y el espacio

En una columna anterior, planteamos en este espacio el gran desafío que tenemos actualmente como sociedad, considerando que las nuevas costumbres de alimentación, que dejan de lado el autocuidado, están redundando en diversas complicaciones en la salud de nuestros trabajadores.

Vale la pena mencionar, por ejemplo, que saltarse una comida (especialmente el desayuno o el almuerzo) puede generar hipoglicemia: una disminución de la concentración de azúcar en la sangre, hecho que reduce el período de atención y ralentiza la velocidad con la que se procesa información (Caichac A., U. de Chile).

Por ello, se sugiere a los empleadores que dispongan de un lugar y tiempo protegido dentro del espacio de trabajo para que sus funcionarios puedan consumir colaciones a media mañana  (o a media tarde, en caso de requerirlas); e igualmente, que establezcan pausas activas dentro de la jornada laboral. Por ejemplo, 5 a 10 minutos donde los funcionarios puedan realizar ejercicios de estiramientos y movilización dentro del espacio de trabajo.

Finalmente, cabe destacar que dentro de los lugares de trabajo resulta relevante contar con un lugar o un sitio especial, como por ejemplo un comedor, donde los funcionarios puedan calentar su comida traída desde el hogar, como así también, almacenar en frio si así lo requieran; en virtud de que la comida hecha en casa, en adecuadas proporciones, es mucho más beneficiosa para la salud que los alimentos rápidos consumidos en locales cercanos al trabajo (frituras, sándwichs, etc.).

Precisamente, en una próxima columna, indicaremos cómo distribuir adecuadamente las proporciones de los alimentos en un plato de comida y cómo poder llevarlos al trabajo,  potenciando así la vida sana, tanto en el hogar como en nuestro lugar de desempeño laboral.