¿Qué pasa en nuestra cabeza cuando nos enamoramos? La Escuela de Psicología responde desde la Neuropsicología

¿Cómo sabemos cuándo estamos enamorados?, ¿por qué no podemos dejar de pensar en una persona?, ¿a qué se debe el fenómeno de “tener onda” con alguien? Desde los orígenes del ser humano, comprender y estudiar el amor ha sido un desafío en el que diferentes ciencias y artes han participado de la discusión. En este sentido, los académicos de la Escuela de Psicología de Santo Tomás Viña del Mar tampoco quedaron fuera de esto, y desde su disciplina intentan explicar el fenómeno del enamoramiento.

Atracción, enamoramiento y amor son las tres etapas que hoy en día la ciencia, especialmente la neuropsicología, explican como parte fundamental durante el proceso de sentirnos enamorados. En la Universidad Santo Tomás Viña del Mar, el psicólogo y docente Alfredo Sherrington Rodríguez quien dirige GENERAXON, conformado por un equipo de docentes y alumnos avanzados en el estudio de neuropsicología, se refiere al tema a propósito del Día de San Valentín.

 

El Jefe de Carrera Psicología de jornada vespertina explica que en esta primera etapa  (atracción) nuestro cerebro, en milésimas de segundo, sabe si un rostro o un cuerpo nos resulta  atractivo o no. De hecho, mirar a alguien por más de ocho segundos es interpretado  como atracción o amenaza. Si nos atrae, se genera un neurotransmisor que es la dopamina, lo que da una sensación de agrado, el corazón late más fuerte, nuestro estómago siente “mariposas”; ya que se desploma la serotonina (un neurotransmisor que se concentra en 90% en nuestros intestinos), permitiendo que el placer de la dopamina se acreciente. Y será nuestro lóbulo prefrontal quien determine si acercarnos o no, qué decir según el contexto y cómo movernos.

Saber cómo ir avanzando con la persona que nos atrajo es una conducta socialmente aprendida, pero que además tiene un componente neuropsicológico y evolutivo, el cual es diferente en hombres y mujeres. El desarrollo e interconexión neuronal en las mujeres se completa a los 21 años y en hombres hasta los 26 aproximadamente, razón que podría explicar por qué las mujeres muchas veces prefieren formar pareja con hombres mayores que ellas. Por otro lado, cuando decimos que no podemos sacarnos a alguien de la cabeza es porque los niveles bajos de serotonina permiten que cada vez que recordamos a una persona que nos resulta atractiva, nuestro cuerpo sienta euforia y excitación.

En la segunda etapa (enamoramiento) confluyen procesos neuropsicosociales. ¿Por qué nos llevamos bien con alguien? El psicólogo Alfredo Sherrington explica que estudios neuropsicológicos han demostrado que las ondas cerebrales de las personas atraídas comienzan a funcionar en forma similar, es decir, que sus mentes se coordinan en funcionamiento, intensidad, amplitud y frecuencia.

La comunicación adquiere un rol fundamental en la pareja, no solo lo verbal sino también los gestos y silencios. Datos muestran que las mujeres, a diferencia de los hombres, recuerdan las palabras a largo plazo y más aún si les provocaron dolor. El área tegmental ventral que es un 70% más grande en las mujeres, se ha activado en los orgasmos, pudiendo provocar mayor nivel de involucramiento emocional en ellas.

La relación avanza y uno comienza a acostumbrarse a determinadas actividades, hormonas y neurotransmisores. La recepción de dopamina en nuestro cerebro, provocado por el enamoramiento, comienza a disminuir. Las relaciones se pueden percibir menos placenteras. Este proceso se demora tres años aproximadamente.  El innovar, el reinventarse, el ejercicio físico e incluso la meditación permiten mantener los niveles de absorción de las dopaminas. Una buena sexualidad aporta enormemente en este proceso, pero no debe ser el único foco de atracción en la pareja, de hecho, algunos plantean que se debe aprender a conjugar genitalidad y espiritualidad.

Finalmente, la tercera etapa es propiamente la del amor. Allí comienza a secretarse la oxitocina u “hormona del amor y la felicidad” ya que están elevados los niveles de confianza, altruismo, empatía y generosidad entre las personas enamoradas. Asimismo, participa en conductas en donde el sujeto se “arriesga a amar”.

Cuando la ciencia demuestra lo que sentimos

Para poner en evidencia lo que ocurre en nuestras cabezas cuando estamos enamorados, en la sala de espejos de la Escuela de Psicología de  Santo Tomás Viña del Mar, el psicólogo Alfredo Sherrington realizó una serie de juegos mentales acerca del amor a tres jóvenes: Conny, de 21 años, hace tres meses está pololeando con Germán que vive en Santiago; Claudia, de 22 años, hace un año y un mes está pololeando con Felipe, ambos son de Quillota y Karin, de 28 años, que está casada hace 5 años y 7 meses con Iván, previo pololeo de 3 años y 3 meses.

El primer test consistió en que vieran fotografías de rostros de hombres y mujeres y eligieran los que les resultaran más atractivos.  En el caso de los rostros masculinos, las tres coincidieron casi en un 80%, mientras que en los femeninos el resultado fue cercano al 75%.  Las características que privilegiaron son aquellas que el cerebro “observa” mayoritariamente: ojos, sonrisa y simetría facial.

En la segunda actividad se les colocó de manera individual un electroencefalograma (EEG) de 14 canales para ver cómo reaccionaba el cerebro de las participantes frente a preguntas acerca del amor y sus relaciones de pareja.

Conny mostró altos niveles de valoración positiva al hablar del pololeo, para ella “Germán es una persona muy especial”, aunque inevitablemente surgió el sentimiento de extrañarlo, que quedó captado durante la representación gráfica de su rostro.

Claudia, que se considera una persona muy racional, comprobó que la ciencia logra captar y explicar aún nuestros sentimientos más profundos como lo es el amor. Cuando se le pidió que pensara en alguien atractivo que no fuera su pololo, imaginó a Brad Pitt y el sensor lo captó de inmediato. Luego, entre risas, comentó que disfruta una salida mensual que hacen con su pareja, hecho que tampoco pasó desapercibido para el EEG.

En el caso de Karin, el test confirmó que el “para toda la vida” que se prometieron con Iván sigue firme y con muchos proyectos a largo plazo.  Una cosa que llamó la atención fue que al sonar la palabra “cuidar” en la canción que bailaron en su matrimonio, las zonas Alpha y Beta de su cerebro se activaron enormemente. Luego la joven expresó que para ella Iván es un compañero, alguien en quien apoyarse y refugiarse.

Finalmente, las jóvenes opinaron acerca de lo que vivieron. Conny afirmó: “Con esto una comprueba que de verdad estás enamorada”. Claudia, por su parte, aseguró: “Me gustó mucho la experiencia porque los neurotransmisores y las hormonas no mienten, se pudo comprobar científicamente lo que siento y pienso”. Y Karin sostuvo: “Para las personas que somos del área de las ciencias esto es muy importante porque además de creer en lo que nos dicen los sentimientos, podemos comprobar que realmente eso se ve proyectado en nuestro cerebro y en lo que transmitimos”.