El Trastorno del Espectro Autista (TEA): una mirada desde las dimensiones en que se expresa la conducta en la infancia temprana
En el último tiempo, una de las patologías de la conducta humana que más literatura e investigaciones científicas ha generado es el Trastorno Espectro Autista (TEA), denominación que engloba al Trastorno Autista, Síndrome de Asperger y Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado.
El diagnóstico de estas patologías, a partir de la publicación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales, (DSM-5, 2013), ha tenido un enfoque más centrado en las dimensiones en que se expresa la conducta que en las categorías, por lo que el diagnóstico es uno para todos los cuadros y la diferencia se establece en los niveles de severidad los que están asociados a requerimientos de apoyo, clasificados en leve (nivel 1), moderado (nivel 2) y severo (nivel 3).
Desde la Neurociencia, no existe una causa biológica precisa, ni área cerebral que explique el TEA, como asimismo, no existe certeza científica de que el cuadro esté asociado a vacunas. De lo que sí hay certeza, es que mientras más temprano se realice el diagnóstico, se puede dar inicio a una intensiva intervención en los primeros años de vida, lo que favorecería un mejor pronóstico del cuadro en la vida adulta.
Es muy importante que en primera instancia los padres y luego los profesionales que están a cargo de los niños en la primera infancia, tengan en consideración las señales tempranas más significativas de TEA.
- Ausencia de sonrisa u otras expresiones de cariño o alegría a los 6 meses y posteriormente.
- Falta de intercambio (ida y vuelta) de sonidos, sonrisas y expresiones faciales a los 6 meses y posteriormente.
- Ausencia de balbuceo, no responde al nombre a los 12 meses.
- No demuestra interés por objetos a los 14 meses.
- Falta de gestos de comunicación (ida y vuelta) como mostrar, alcanzar o saludar a los 12 meses.
- No articular palabras a los 16 meses.
- No articular frases de dos palabras con sentido (que no sea imitación o repetición, sino producción personal) a los 24 meses.
- Perdida del habla o balbuceo a cualquier edad.
En general, se puede agregar al listado a cualquier edad las siguientes señales:
- Falta de juegos de imaginación.
- Evita el contacto visual.
- Incapacidad para el reconocimiento de sentimientos en otros.
- Retraso en las capacidades del habla y del lenguaje.
- Uso repetitivo de palabras.
- Dificultades para el cambio de rutinas.
- Intereses repetitivos.
- Respuestas sensoriales poco usuales.
- Movimientos corporales poco usuales y repetitivos.
Cabe señalar, que aunque un niño presente más de una de esta serie de señales, no debe diagnosticársele como TEA. Se debe acudir a profesionales competentes como neurólogo infantil y pediatra.
La carrera de Educación Diferencial en la Universidad Santo Tomás, como una forma de dar respuesta a la gran necesidad de información, tanto de las familias como de los profesionales que se relacionan con personas con TEA, ha realizado seminarios en la temática e investigación en pregrado. Asimismo, en Temuco imparte exitosamente el Magister en Educación con Mención en Gestión Inclusiva, instancia en que se profundizan perspectivas de abordaje de la temática bajo nuevos paradigmas.
El 8 y 9 de abril próximo, en la UST Temuco se desarrollará el encuentro denominado “Autismo y Prácticas Exitosas”, en que representantes del proyecto argentino divulgaTEA y la Fundación Piuque, realizarán un curso intensivo que busca traspasar sus más de 20 años de experiencia en atención de niños con TEA a profesionales y padres.