Elías Sepúlveda, egresado de Kinesiología: “Cuando haces un trabajo cercano, la gente lo valora y agradece”

Por cosas del destino, este egresado de UST Viña del Mar hoy se desempeña profesionalmente en Nueva Aurora, el barrio de toda su vida. “Es algo que te llena mucho y te ayuda a entregar más”, asegura.

Elías Sepúlveda Díaz estudió Kinesiología en UST Viña del Mar, donde también fue dirigente estudiantil. Y hoy, se declara feliz ejerciendo su profesión en un programa de Gobierno que, además, le ha permitido desempeñarse en el barrio de toda su vida, Nueva Aurora. Razones más que suficientes para convertirlo en un atractivo invitado en la Jornada de Extensión Académica que organizó la Escuela de Kinesiología, ocasión en la que habló de lo bueno y lo malo de su paso por Santo Tomás.

Me pidieron que hablara del programa en que estoy trabajando, pero creo que era necesario motivar un poco a los chiquillos. Como extomasino uno sabe cuáles son las instancias universitarias que se generan acá, las que no se generan, entonces también era importante tocar esos temas”, explica.

– Contaste lo bueno y lo malo de tu vida como estudiante.

“Era la idea, generar cercanía. Fui estudiante, sé lo que se siente, la frustración de echarse un par de ramos, patear la perra un poco por eso… uno lo ve difícil y crees que te va a afectar más adelante. La idea era traspasar esa experiencia, decirles a los alumnos que son etapas, procesos que quizás son un poco fomes, un poco dolorosos, pero que a la larga puedes sacarle provecho si los sabes llevar porque toda etapa negativa te ayuda a replantearte algunas cosas”.

“Por eso contaba esa conversación con la profesora Sandra Lisperguer, ella fue una profe’ que me marcó mucho. Me agarró una vez y me dijo ‘hey, ponte las pilas o si no esta carrera no la vas a terminar’. Eso fue en segundo año y de ahí no me eché nunca más un ramo, me apliqué en las notas y hasta empecé a eximirme de ramos, cosa que antes no pasaba. Quizás yo necesitaba alguien que me despabilara, que me centrara, porque uno como joven es medio loquito y te falta esa cuota de experiencia”.

– ¿Cuál es el mejor recuerdo de tu paso por Santo Tomás?

“A mí me marcaron mucho los trabajos voluntarios, tanto los que organiza la U como los que hacíamos con la Federación de Estudiantes. Eran instancias de cercanía con la gente, Kinesiología es una carrera que se declara muy empática con la sociedad, por ende, creo que es algo que tenemos que desarrollar como personas. Ese paso por los voluntariados me mostró realidades que no conocía, a las que me iba a enfrentar después, en mi etapa profesional”.

– Recordabas en la charla el momento en que recibes tu título y te conviertes oficialmente en desempleado. ¿Cómo fue esa etapa?

“Fue corta, aunque no tanto, cinco o seis meses. Pero la asumí con tranquilidad y dinamismo, no me iba a sentar a esperar que las cosas llegaran, empecé a buscar un diplomado, alguna actividad que hacer, siempre relacionada a la carrera. Dentro de esa tranquilidad, un día me fui a ayudar al norte cuando ocurrió el aluvión de Tierra Amarilla y muchos me dijeron por qué iba si no tenía trabajo, pero al regreso un colega me llamó y me dijo ‘te tengo un regalo, estoy impartiendo un diplomado y quiero que lo tomes’. Junto con ese regalo llegó una oportunidad laboral, fui, me entrevisté y quedé. Así se fue abriendo una puerta tras otra”.

– En el fondo, siempre pensaste que algo iba a resultar.

“Sí, siempre supe que algo venía. Sí te preocupan los salarios iniciales, porque como en toda carrera, en la parte económica se abusa un poco del recién egresado y eso te empieza a incomodar si se mantiene a lo largo del tiempo. Gracias a Dios yo siempre he ido evolucionando y hoy me encuentro en un trabajo tranquilo, en el cual me siento conforme en la parte monetaria, profesional y humana”.

– Ahora trabajas en un programa municipal…

“Es un programa del Gobierno que se desarrolla en las municipalidades, en el área de Salud de la Corporación Municipal. Ahora estamos trabajando con los 13 centros de Salud”.

– Y estás trabajando en tu barrio, Nueva Aurora. ¿Tú buscaste que fuera así?

“Los programas siempre van rotando a sus profesionales, el año pasado me tocó en el Cesfam Marco Maldonado, del centro de Viña, pero yo sabía que si seguía en el programa en algún momento iba a llegar a mi barrio, Nueva Aurora. Cuando me dijeron este año, fue espectacular. Me cuesta traspasar a palabras lo que te genera emocionalmente trabajar con tus vecinos… yo soy mucho de población, de comunidad, aún sigo viviendo allá, entonces es bonito cuando estás haciendo un ingreso y la persona te reconoce, te saluda y se alegra de verte como kinesiólogo. Se genera algo muy lindo con la gente, son personas que han conocido a toda mi familia. Es algo que te llena mucho y te ayuda a entregar más, porque eres consciente de las deficiencias que ven los usuarios y entonces tratas de mejorar lo positivo y subir un poco la vara en lo negativo”.

– Me imagino que a muchos de esos vecinos que llegan les conoces la historia de vida…

“Sí, entonces por ejemplo sabes si una vecina tuvo una operación de cadera hace mucho tiempo y por cosas de la vida no pudo acceder a un tratamiento y ahora tú tienes la oportunidad de entregarle un mejor servicio. Eso lo hace más enriquecedor y además te haces más consciente de la población, tú sabes qué intervención poder potenciar en la comunidad”.

– ¿Eso fue lo que te motivó a estudiar Kinesiología?

“Sí, esa era mi motivación. Sin saber lo que iba a estudiar en la vida, me metí a hacer un voluntariado en la Teletón y ahí conocí el trabajo de los kinesiólogos, me pareció notable cómo generan empatía con la gente, con los familiares, con los consultantes, así que eso me motivó a poder generar yo un bien. La verdad, siento que siempre recibo un pago extra, el cariño, cuando haces un trabajo muy cercano, la gente lo valora y agradece. Yo creo que generar esa instancia de empatía social es la única manera de hacer crecer el país, yo puedo ayudar a mi comunidad desde la promoción de salud, tengo esa herramienta para potenciar a mi comunidad”.