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Comité de egresados del área agrícola estrechan lazos con la instituciónCinco egresados de la sede Viña del Mar reciben el “Premio Santo Tomás” en el regreso de las ceremonias de titulaciones
Carolina Romo, Javiera Magna, Daniel Feliú, Victoria Gallardo y Román Cortés fueron escogidos por representar los valores institucionales.
El retorno de las ceremonias de titulaciones en la sede Viña del Mar trajo consigo también otro regreso: la entrega del “Premio Santo Tomás” a los egresados que durante su paso por la institución hayan representado de mejor manera los valores tomasinos. En esta oportunidad, fueron cinco titulados quienes recibieron la distinción. Carolina Romo, Javiera Magna y Daniel Feliú, por parte de la Universidad; Victoria Gallardo, por el Centro de Formación Técnica; y Román Cortés, en el Instituto Profesional, fueron los elegidos en esta oportunidad.
Trabajos Voluntarios y Festival de la Voz
Carolina Romo, titulada de Psicología, destacó por su participación en la mayoría de las actividades de vida estudiantil, como la Escuela de Líderes y, por sobre todo, los Trabajos Voluntarios. “Pero las cosas no las hacía yo sola, había mucha gente con la que aprendí el valor y la actitud que hay que tener en la vida. Estudiar acá fue una gran oportunidad de desarrollo y aprendizaje. Me llevo el sello de Santo Tomás, ser profesional, pero también ser una persona humana, que haga las cosas no sólo para ganar dinero, sino para un beneficio social”, dice.
Además, Carolina ganó el Festival de la Voz de sede en 2019 y en la final nacional fue escogida la artista más popular: “Eso me impulsó como artista. Cuando gané en Viña no podía creerlo, después ir al nacional fue un evento de otra magnitud. Ese escenario me dio un plus y me enseñó que uno tiene que ser profesional hasta en sus hobbies, entonces aprendí a profesionalizar mi música, pasé de cantar en el metro a un escenario con jurado. En redes sociales la gente me apoya harto, así que me siento bendecida y agradecida”.
Desde el Centro de Estudiantes
El perfil de Javiera Magna (Medicina Veterinaria) también está marcado por su presencia en actividades de vida estudiantil, aunque en su caso los operativos sociales organizados desde el Centro de Estudiantes eran su sello característico. “Haber encontrado los voluntariados y estar en el Centro de Estudiantes me ayudó mucho porque me abrió un mundo, me enseñó a relacionarme con otras personas, con quienes ahora son mis colegas, y con alumnos de otras carreras. Fue una etapa súper importante. Me voy de la universidad con una buena sensación, a pesar de haber vivido la pandemia y el estallido social, creo que salimos capacitados y tengo fe en que la carrera seguirá creciendo. ¿El premio? No me lo esperaba porque había visto que ya se lo habían entregado a alguien de la U y pensé que era uno solo, así que fue muy emocionante cuando me nombraron”, señala.
Bicampeón nacional de ajedrez
Por su parte, Daniel Feliú (Derecho) se despide de Santo Tomás con la felicidad de haber superado la etapa final de su carrera “en la que casi nos volvimos locos preparando el examen de grado, Recuerdo mi casa llena de papelógrafos, pero la experiencia fue hermosa y sé que seguiré siendo amigo por siempre de mis compañeros Ángela Espinoza y Nicolás Espejo. También estoy muy contento por mi familia, mi abuela, mi padre, mi hermana, que era chica y se reía cuando yo estudiaba: ‘ya está hablando solo de nuevo’, me decía”.
“El principal recuerdo serán los compañeros y docentes, que más allá de ser buenos profesionales, te entregan principios y valores como persona. Me alegro bastante de haber sido parte de esta linda universidad, lo único malo es que con el equipo de ajedrez de la sede no pudimos jugar el último Nacional, porque se suspendió. Éramos bicampeones y queríamos el tricampeonato, pero no se pudo. Al menos sé que dejamos a la universidad en lo más alto a nivel nacional”, asegura.
Familia y estudios
En el Centro de Formación Técnica, la elegida fue Victoria Gallardo, quien estudió Técnico en Enfermería de Nivel Superior en jornada vespertina. Combinar las responsabilidades familiares con las exigencias académicas fue su principal desafío y hoy confiesa que dudó mucho antes de ingresar a estudiar. “Me matriculé con mucho miedo, ese día quería irme, después no sabía si presentarme a clases, pensé que no me la iba a poder, pero me encontré con un buen curso y buenos profesores. De hecho, en un momento de duda una profesora habló conmigo y me hizo ver cosas que yo no veía. Pero siempre fue complejo, trabajar, estudiar, dedicarse a la familia… había que jugar con los horarios y hasta llegábamos más temprano a Santo Tomás para poder estudiar. Es difícil, pero no imposible, hay días en que uno no quiere más y se pregunta si seguir o no, pero a medida que avanzas se hace más llevadero todo”, señala.
“Dios es bueno, ha puesto junto a mí a las personas precisas. Hoy no me veo haciendo otra cosa que no sea trabajar en un hospital. Me he sacado la mugre trabajando y estudiando, que era algo que yo hice para mí, pero este reconocimiento es para agradecerle a todas las personas que confiaron en mí, me sentía en deuda con ellos, así que este premio es como la guinda de la torta, demostré que no se equivocaron conmigo”, añade.
Trabajar y estudiar en Santo Tomás
Finalmente, en el Instituto Profesional el premio Santo Tomás fue para Román Cortés, quien se desempeña como encargado de Adquisiciones en la sede Viña del Mar. Cuando ya era funcionario de la institución, decidió estudiar Técnico en Administración y luego continuó en Ingeniería de Ejecución en Administración, carrera que acaba de finalizar.
“La carrera técnica es muy buena, pero sentía que necesitaba más conocimiento, así que la ingeniería me ayudó mucho, fueron dos años muy enriquecedores. Claro que eran jornadas pesadas porque yo trabajo en Santo Tomás y después seguía acá para las clases, además como los profesores me conocían yo era el ‘comodín’ para ayudarles. Se logró, con esfuerzo, pero se logró. Es difícil estudiar y trabajar, pero después el sacrificio se ve recompensado, uno se da cuenta que valió la pena. Es un ejemplo para mi hija, mis compañeros y los trabajadores de Santo Tomás que siempre me ayudaron en todo. Sin ellos tampoco hubiese podido seguir”, señala.