Recomendaciones en el Día Internacional del Café
¿Instantáneo, liofilizado, descafeinado o clásico?, ¿grano entero o molido?, ¿arábico, robusta o blend?, ¿tostado suave, medio o intenso?, ¿y el orgánico?… Esas son algunas preguntas que podemos hacernos cuando buscamos café, ya sea en el supermercado, en una tienda o una cafetería. El café… esa bebida mágica que nos ayuda a mantenernos despiertos, nos reconforta en el frío, y por qué no, en el calor.
Los cafés que consumimos provienen de variados países. Se ha concluido en base a estudios que el origen del café es de África tropical. Hay variados subtipos o diferentes tostados para los granos, los que dan variados sabores y características únicas, pero las bases de nuestro café son: Café Arabico (Coffea arabica L.) y Robusta (Coffea canephora). El café arábico en todas sus variedades es un café muy agradable al paladar, con mayor aroma, buen sabor, más digestivo y de menor cafeína que el robusta, aunque de menos cuerpo y un poco más acido. El café robusta por otra parte, es de mejor cuerpo, menos ácido, con el doble de cafeína que el arábico, poco perfumado y poco digestivo.
Muchas veces encontramos mezcla de café robusta y arábico. ¿Para qué nos sirve esto? Para obtener un café con mejor cuerpo, buena espuma, mejor aroma, con la medida justa de acidez y cafeína. De esta forma sacamos lo mejor de ambos.
Hay especialistas en café que recomiendan que los granos se muelan en el momento de la elaboración (el olor nos lleva al olimpo). También nos ofrecen las cápsulas listas para nuestra cafetera, e incluso, encontramos el café listo para preparar. Esto no es malo, sólo debemos saber cerrar bien la bolsa, dejarla lejos de la luz y de olores que la puedan afectar.
En su justa medida, una o dos tazas de café no es problema. Si lo prohíben, también hay variedad de descafeinado y, por último, ¿saben que el café también tiene antioxidantes, y que es utilizado en cosmética? Entonces, ¿cómo no amar esta bebida que muchas veces nos despierta?