Impacto del trastorno del lenguaje en el proceso de lecto-escritura

El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL), o Trastorno Específico de Lenguaje (TEL en el contexto escolar) corresponde a una limitación significativa en el nivel de desarrollo del lenguaje oral, que se manifiesta por un inicio tardío y un desarrollo lento y/o desviado del lenguaje, según lo define el decreto 170/09.

Esta dificultad, no se explica por un déficit sensorial, auditivo o motor, por discapacidad intelectual, por trastornos psicopatológicos como trastornos masivos del desarrollo, por deprivación socio- afectiva, ni por lesiones o disfunciones cerebrales evidentes. Este trastorno tiene una incidencia aproximada de un 7% en la población, y en Chile representa un alto porcentaje de las necesidades educativas especiales declaradas por los establecimientos de educación regular con programas de integración escolar, ya  que  los  niños  ingresados  por diagnóstico de TEL a los programas de integración escolar (PIE) en Chile representan el 18%,  constituyendo  el  tercer  diagnóstico  más frecuente de los niños integrados (Fundación Chile & Centro de Estudios MINEDUC, 2013). 

De acuerdo con lo anteriormente señalado, las alteraciones del lenguaje oral representan un enorme desafío para los equipos de aula, principalmente en lo que respecta a abordarlos a tiempo para evitar mayores limitaciones o dificultades que, en el futuro, interfieran en el proceso de enseñanza / aprendizaje.

Los niños y niñas con estas alteraciones son considerados/as un grupo de riesgo para el aprendizaje del lenguaje escrito, dado que sus dificultades lingüísticas pueden influir en su desempeño en comprensión lectora (Reyes & De Barbieri, 2018), aunque no necesariamente en todos ellos, pero si en un alto porcentaje. Estos niños y niñas suelen, con frecuencia, presentar características lingüísticas que impactan negativamente en el aprendizaje de la lectoescritura, como habilidades de conciencia fonológica descendidas, vocabulario limitado, reducida capacidad para comprender y expresar oraciones correctamente estructuradas y dificultades en el discurso. Tales características del lenguaje, si no son correctamente abordadas por equipos interdisciplinarios en educación (educadoras /es de párvulos, profesoras/es, educadoras/es diferenciales y fonoaudiólogas/os) tendrán un impacto negativo en el desarrollo y progreso de las habilidades relacionadas con los procesos de decodificación, fluidez y exactitud lectora, reconocimiento de palabras y muy presumiblemente, probables limitaciones en la comprensión lectora.

Diferentes estudios internacionales y nacionales han querido poner de manifiesto esta relación, por ejemplo, en un estudio titulado “El retraso en el desarrollo del lenguaje y los problemas de comprensión lectora:  una exploración del modelo simple de lectura”, se demostró que el 75% de los niños/ as con TEL de habla española entre 7 y 12 años, presentaba dificultades de comprensión lectora (Mesa, Tirado & Saldaña, 2013). En Chile, se determinó que un 67% de los/as niños/as de primer año básico con alteraciones de lenguaje oral, tenían dificultades de comprensión lectora, versus un 33% que no presentó dificultades en esta área del aprendizaje inicial (Coloma, 2012).

Para disminuir, y por qué no, evitar la concomitancia de los trastornos del lenguaje con las dificultades de aprendizaje inicial de la lectoescritura, es fundamental trabajar y estimular las habilidades tales como; la discriminación auditiva fonemática, tareas relacionadas  a la conciencia fonológica, como la segmentación silábica verbal, identificación de sílabas iniciales y finales, la noción de rima, inversión, adición y encadenación silábica, por mencionar algunas habilidades que se relacionan directamente con la decodificación lectora. Por su parte, el fomento a la comprensión lectora va de la mano con el incremento del vocabulario y la capacidad de establecer relaciones semánticas, el trabajo en base a la comprensión de estructuras oracionales de distinto grado de complejidad y longitud, la expresión de oraciones respondiendo preguntas utilizando encabezados sintácticos (¿Quién?, ¿Qué hace? ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Por Qué? ¿Para Qué?, por ejemplo), fomentando así el desarrollo gramatical, además del discurso.

Los equipos interdisciplinarios de las comunidades educativas, debemos potenciar la estimulación e intervención sobre las habilidades lingüísticas que tienen una incidencia en el logro de los objetivos de aprendizaje de la lectoescritura, desde el nivel de educación parvularia, para que al ingresar a la enseñanza básica, nuestros niños y niñas con alteraciones de lenguaje tengan una “amigable y motivante” trayectoria escolar;  es un deber, de todo equipo en cada  escuela, satisfacer oportunamente  los requerimientos de apoyo, poniendo un especial y temprano  énfasis en aquellas habilidades lingüísticas  que inciden en el aprendizaje de la lectoescritura, la que a su vez, constituye un factor mediador transversal en el logro de otros aprendizajes.