Ha pasado un año desde la llegada de esta terrible pandemia afectando a todas las personas y sus actividades. Sin embargo, hay una actividad que no solo ha sido afectada por la pandemia del COVID_19, sino que también por la inmensa incertidumbre que ha causado en todo sentido, como es la Educación y, en particular, la Educación Física.

Es cierto, el año 2020 no fue fácil y el 2021 tampoco se ve sencillo, sin embargo mucho se ha experimentado y mucha experiencia se ha acumulado. Ya se sabe de la angustia que han sufrido los niños y jóvenes producto del encierro y la carga de trabajo hacia los profesores, tratando de lidiar con la tecnología y la burocracia.

En efecto, desde que se suspendieron las clases presenciales los profesores de Educación Física se han visto envueltos en una dramática disyuntiva e impotencia. Por una parte, lidiar para que los estudiantes se motiven en hacer las actividades propuestas y, por otra, entregar el mensaje sobre la importancia de la actividad física para la salud, mientras en los medios de comunicación se insiste en quedarse en casa, conectados por varias horas frente a una pantalla, con escaso movimiento, durante la jornada de clases telepresenciales.

Todo lo anterior empeora cuando se percata el hecho de que la Educación Física no es considerada una asignatura indispensable en el sistema escolar, pese a toda la evidencia que existe respecto a que esta disciplina contribuye tanto al desarrollo cognitivo, como emocional, de niños y jóvenes. Por cierto, aspectos tan necesarios a mejorar en la educación del país.

Es de esperar que, este 2021, los profesores de Educación Física puedan fortalecer sus conocimientos y convicciones con una vocación renovada, pensando en lo mejor para los niños y adolescentes, convencidos de que la Educación Física no es la panacea, pero sí una inagotable fuente de experiencias educativas, sean presenciales o no.