Tal como se ha ido visualizando en los últimos trimestres, la tasa de desempleo en nuestro país cedió frente al estancamiento de la economía. Tras muchísimos meses de deterioro del crecimiento, diversos indicadores en materia de empleo se han estropeado como los referidos al empleo por cuenta propia, a las horas efectivamente trabajadas, a las publicaciones de vacantes de empleo, a la creación del empleo asalariado e incluso el indicador referido al temor a perder el trabajo.

Todos unánimemente concuerdan que la situación laboral ha empeorado sustantivamente, a lo cual hay que sumar que quienes continúan trabajando empleados o por cuenta propia, probablemente también han visto disminuir sus ingresos en su componente variable. Sin lugar a dudas, esta situación ha empeorado la calidad de vida de los chilenos.

Por lo mismo, no podemos especular que planes especiales de empleo o mejoras específicas en esta materia solucionarán el problema de fondo, que sólo se debe a una decisión país de haber abandonado su orientación hacia el crecimiento económico, postergando principios y premisas que generaron por muchos años el desarrollo que tanto hoy añoramos.

Reestablecer como prioridad el crecimiento y realizar las mejoras que éste permita debiesen ser el propósito de cualquier país que desea experimentar el desarrollo económico sin tener hoy los recursos para ello.