Segunda jornada del Seminario liderado por Área de Recursos Naturales

Seminario aborda importancia de la agroecología en contexto de pandemia

El jueves 13 de agosto se realizó la segunda y penúltima charla del Seminario Internacional en Agroecología organizado por el Área de Recursos Naturales del CFT-IP Santo Tomás Talca, en conjunto con la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica del Maule y el Instituto de Agroecología.

La primera expositora de esta instancia fue la periodista Lucía Sepúlveda, especializada en medio ambiente y terapias alternativas, también autora del libro “Acción Ciudadana por el Medio Ambiente: Cinco años en la descontaminación de Santiago”, enfocó su presentación en el consumo de alimentos y las leyes de semillas y transgénicos.

Y no resulta extraño evidenciar que a raíz de la pandemia la comida esté siendo un tema cada vez más importante y discutido, cobrando una urgencia especial. Así lo reafirmó la periodista ejemplificando que “en Chile tenemos 70% de dependencia alimentaria debido al abandono de los cultivos tradicionales que han sido reemplazados por monocultivos del agronegocio”.

Pero, ¿cómo llegamos a esto? Si analizamos distintos eventos a lo largo del tiempo podremos encontrar algunas respuestas. Por ejemplo, en los años 40 se desató la “revolución verde” con la incorporación de maquinaria a la industria agrícola, además de semillas híbridas y plaguicidas de distintas empresas como Monsanto, Dow. Por otro lado y ya en los años 90 se desata la segunda “revolución verde”, se privatizan las semillas y se incluyen los plaguicidas altamente peligrosos.

Y, ¿qué son los transgénicos? Son semillas manipuladas, es decir, en laboratorios se les inyectan uno o más genes foráneos, además de otros fragmentos de ADN de microorganismos que normalmente no intercambian material genético con esa semilla. La periodista señaló que lamentablemente los plaguicidas y transgénicos son “un matrimonio indisoluble” y hoy en día todos los cultivos transgénicos comerciales que conocemos se usan con plaguicidas, lo que puede ser muy dañino para la salud.

Además, menciona que con los TLC con otros países han fomentado la importación de plaguicidas ya que se adquieren más barato. Por ejemplo, en 1984 se importaban alrededor de 5.500 toneladas de plaguicidas, en 2011 esa cantidad llegó a las 34.700 toneladas.

Es importante destacar que nuestro país también está desarrollando transgénicos (universidades y otras instituciones) como material de investigación, no aún para su comercialización ya que está pendiente una regulación al respecto.

Por otro lado, la expositora afirma que el tratado transpacífico, más conocido como TPP-11, representa una amenaza para nuestro país en línea con la incorporación de transgénicos ya que en varios capítulos se aborda la temática de la comercialización de productos agrícolas, haciendo referencia a los productos de la biotecnología moderna (transgénicos, semillas manipuladas), como el caso de Canadá donde es legal el cultivo de transgénicos. Sin embargo, hay otros 39 países en el mundo donde está prohibida su implementación como Escocia, Malta, Polonia, Austria, entre otros.

En el segundo bloque de la charla, la exposición estuvo a cargo de Walter Pengue, Ingeniero Agrónomo y Magíster en Políticas Ambientales y Territoriales por la Universidad de Buenos Aires, quien se enfocó en la valoración de servicios agro sistémicos en los distintos modelos agrícolas.

Al igual que Lucía, Walter comentó que durante la pandemia podemos ver con mayor notoriedad los efectos de nuestro impacto -como seres humanos- en la naturaleza, con el planeta y con nosotros mismos. “La especie humana se ha convertido de alguna manera en una especie parásita y esta especie como tal no solamente degrada los recursos naturales sino también a nuestros propios congéneres”, afirmó.

El experto también afirmó que, si ponemos en la balanza los costos sociales y medioambientales de la agricultura industrial, ésta sería inviable en casi todo el planeta. Sin embargo, sigue siendo viable ya que no se están incorporando las externalidades.

Destacó la importancia de un número creciente de personas que se están organizando para cambiar sus hábitos de consumo y restablecer la diversidad en la cadena de valor. Sin embargo, destacó que esto no es suficiente para terminar con el hambre, la pobreza o proteger el medio ambiente. Afirmando que es un tiempo para establecer un regulación social y política de la industria agroalimentaria.

Para cerrar concluyó que la agroecología en tiempos de post pandemia puede ser una alternativa especialmente apuntada a la interfase urbano-rural. “Puede ser una enorme oportunidad que beneficia a los pequeños y medianos agricultores, a los consumidores, a los líderes de gestión política, entre otros”, comentó.