Texia Bejer, psicóloga: 

“La pandemia nos tiene en permanente estrés, pero es normal”

La magíster en psicología clínica desarrolló una conferencia dedicada a las dificultades emocionales en las que estamos inmersos desde que se desató la crisis del Covid-19, y alentó a que todos estamos viviendo lo mismo y que es posible convivir con este estado y combatirlo.

La pandemia del Sars-CoV2, el confinamiento por las cuarentenas, las muertes y el exceso de información, han afectado en mayor o menor medida a cada persona y no atender de correcta manera el bienestar mental puede agravar aún más el daño. De eso trató la Conferencia “Dificultades emocionales y autocuidado en el contexto actual: ¿Cómo apoyar a la comunidad educativa desde el rol docente?”, organizada por la Facultad de Educación y dictada por la magíster en psicología clínica Texia Bejer.

“Esta crisis sanitaria trajo consigo un estado de incertidumbre permanente, donde no sabemos qué va a pasar ni en un largo plazo, ni mediano e -incluso- algunas veces ni al día siguiente. Eso hace que nuestro psiquismo esté constantemente adaptándose”, afirma la coordinadora del Centro de Atención Psicológica (CAPS), de la UST Sede Santiago. “El encierro nos ha generado cambios de hábitos y de rutina, y el estado de alarma nos mantiene estresados”, ahondó la especialista. Junto con ello, “se perdió la libertad, se alteró la economía del hogar y hay una percepción de pérdida de control”.

Todo eso, unido al exceso de información que vivimos, sobre todo durante los primeros meses de pandemia, repercute en grandes estados de ansiedad y también de rabia y enojo. Ante ello, Bejer recomienda aceptar esta realidad donde no tenemos control sobre lo que pasa, y que -por lo tanto- tenemos que aprender a vivir lo mejor que se pueda. “Hay una realidad que no podemos cambiar: Estamos encerrados y está conviviendo lo privado con lo público que tenemos, es decir, el trabajo, el estudio y la casa, conviven en un mismo lugar y en un mismo espacio”, planteó la especialista.

Junto con lo anterior, la académica hizo hincapié en que este estrés permanente también ha generado un aumento de la violencia intrafamiliar (con parejas, hijos, personas mayores) y que eso se acompaña de estados depresivos profundos. Y no solo eso, sino que además desgasta al sistema inmunológico de tal manera que pueden producirse enfermedades psicosomáticas y en casos más extremos incluso puede llegar a derivar en enfermedades mucho más graves, como el cáncer.

“Es normal lo que te pasa”

Para Texia Bejer, la clave para el manejo de estas emociones es el entender que es normal y que todas las personas están atravesando por lo mismo: “En este contexto, es normal que nos sintamos cansados física y mentalmete, nos cuesta más funcionar cognitivamente, baja la capacidad atencional y de concentración y hay más problemas de memoria”. De igual forma, agrega que “es normal que haya confusión e incertidumbre para poder planificar. Hay percepción de pérdida de control y una mayor dificultad para resolver problemas. También hay una mayor irritabilidad y las cosas molestan más de lo que molestaban antes, generando mayores dificultades en las relaciones interpersonales; menor tolerancia y aumento de peleas”, continuó describiendo la psicóloga clínica.

Otras cosas que se debe asimilar que son normales en este escenario son las alteraciones en el sueño, que haya un aumento o disminución del deseo sexual, sentir dolores corporales, no pensar o sentir nada, y también las ganas de huir (donde mucha gente está acudiendo al alcohol o incluso drogas).

Para enfrentar este panorama, primero hay que saber manejar el estrés: “Es una reacción del cuerpo y es importante entender que tiene una función adaptativa y generalmente prepara al cuerpo para atacar o huir frente a un peligro, pero acá como no tenemos un peligro que atacar o del que huir, el cuerpo sigue activado y eso hace que se desgaste”, explicó la psicóloga.

Algunas herramientas para esto son el mindfulness, ejercicios de relajación, establecer horarios para no hacer nada o para el ocio, hacer alguna actividad manual como tejer, bordar, pintar, carpintería o arreglar algo de la casa. “Esto hace que la parte del cerebro que está constantemente pensando, se desconecte y repose”, sostuvo la conferencista. Así mismo, destacó el desahogo: llorar si es que se sienten ganas, hablar de lo que nos pasa y de nuestras emociones o cómo nos sentimos. Y por último, alentó a encontrar una nueva manera de vivir esta vida: Ver el vaso medio lleno y tomarlo como una oportunidad, a pesar del dolor o lo malo.

Los niños y el encierro

“Estar todos siempre en la casa, con el teletrabajo y las clases online, y la exigencia de los niños por que los padres estén con ellos todo a tiempo completo, aumenta los niveles de estrés e irritabilidad en la familia, en los padres, y aumentan los conflictos de pareja”, describió la coordinadora del CAPS. Es que antes la crianza de los hijos era con límites y reglas claras, rutinas definidas para los niños, estabilidad, responsabilidad y entrega de cariño, pero ahora la realidad es que hay caos en los tiempos para compartir.

Hoy el trabajo está en el lugar de juego, hay cambio en las reglas, el estudio en casa implica que los adultos tengan que redestinar su tiempo laboral a las clases y cuidado de los niños. A su vez, ellos perdieron el contacto con sus pares y si antes los estilos de crianza eran más democráticos, ahora pasaron a ser más autoritarios. Todo ello incrementa los niveles de estrés.

Para ir en auxilio de los padres, la especialista recomendó no perder las rutinas claras y que éstas incluyan los juegos. También tener las responsabilidades de cada integrante muy claras, al igual que los límites y las reglas familiares, y delimitar tiempos para compartir con los niños y regalonearlos durante la jornada. “Muy importantes es escuchar y contener a los niños; el mundo emocional de los niños es igual al de los adultos, la diferencia es que ellos lo viven y expresan de manera distinta”, distinguió la psicóloga.

Esto último es al mismo tiempo la clave en la ayuda para los menores. Cuando se descontrolan, lo importante es no enojarse ni gritarles, porque eso los angustia más. Bejer concluyó señalando que hay que entender que se trata de una expresión y que merece ser validada y escuchada. Una vez lograda la calma, conversar sobre lo que le sucede y cómo se siente.