El 5% de la población infantil presenta dificultades de alimentación

Dificultades sensoriales que afectan el proceso de alimentación en los niños

“No quiere comer”, “Escupe la comida”, “No abre la boca”, suelen ser algunas de las frases típicas de las mamás a la hora de comer con los niños. Sin embargo, esto se convierte en algo mucho más serio cuando los alimentos sólidos o con grumos, que se deben masticar, se convierten en una de las cosas más aterradoras para los niños. 

A medida que crecen, los niños aprenden a captar, a procesar toda esta información sensorial y a concentrar su atención en el sabor o textura que tienen ciertos alimentos. Por ello, algunos tienden a presentar dificultades para recibir y procesar la comida, haciendo que las tareas cotidianas en casa y en la escuela se conviertan en algo frustrante.

Esto solo es el principio de un proceso agotador para los padres, pues el miedo se acentúa cuando los niños comienzan a sentir la presión de los adultos a la hora comer. Algunas de las dificultades más comunes y que son eco de esto son: tensión en la cara y boca, arqueamientos durante la comida, succión débil, tendencia a escupir, vomitar el alimento o tan pronto sienten la comida pueden congelar y dejar de mover la lengua.

También, existen ocasiones en las que el niño entra en estado de pánico cuando el alimento se asienta en la parte posterior de la lengua y no sabe qué hacer, en estos casos el niño reconoce el alimento como un elemento peligroso provocando una sensación de riesgo en él y lo evitará a futuro.

Al respecto, Carla Valdebenito, tutora de campo clínico de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad Santo Tomás y especialista en el área infantil, asegura que el efecto que produce el comer es una sensación placentera y cuando esa impresión no es placentera para el niño, éste tiende a rechazar la comida.

En vista de que todos los sentidos se ven involucrados en el proceso de alimentación, la especialista afirma que alimentarse implica un aprendizaje, ya que todas las conductas que tienen los seres humanos son conductas aprendidas a lo largo de la vida. De esta manera, los niños en sus primeros meses de vida se alimentan de una forma reflejo-primitiva y a medida que aprenden a comer se extinguen estos reflejos y se transforman en una actividad voluntaria, indica.

La experta agrega que un factor muy importante que se debe considerar, es el ambiente en el cual los niños se alimentan, ya que existen elementos externos que dificultan el proceso de alimentación del menor en horas de comida, como el mal uso de utensilios, los distractores o el castigo que recibe el niño cuando no come.

Estos problemas sensoriales de la niñez, se convierten en todo un desafío ya que dan lugar a deficiencias nutricionales que pueden acarrear consecuencias importantes en su desarrollo. Por lo tanto, una de las recomendaciones es asegurarse de realizar de forma paulatina la introducción de nuevos sabores y texturas a la alimentación, de permitir que el niño manipule y se ensucie con el alimento, se siente a la mesa y comparta la hora de comida con el adulto.

Para la experta, es recomendable proveer al niño de alimentos suaves, que sean fáciles de manipular y sean seguros, que eviten a futuro el rechazo del niño por la comida. No es lo mismo educar a un niño de meses que se alimenta de solo papillas a uno que ya come alimentos sólidos, asegura.

“Debemos ayudar a los niños que no aprendieron a comer o que presentaron dificultades en el proceso de alimentación, pues aquel que se alimenta solo de papilla no tiene madurez suficiente, no sabe masticar, y por ende, no tiene conocimiento de lo que debe hacer con el alimento y hay que averiguar el por qué el niño no sabe comer”, insiste.

Prevalencia

Como fonoaudióloga, cuenta que cuando al niño le gusta comer siempre lo mismo y se pretende incorporar un alimento nuevo la situación se vuelve toda una odisea. Desde el punto de vista profesional, afirma que el fonoaudiólogo cumple un rol esencial en estos casos, principalmente porque como expertos brindan una respuesta a aquellas dificultades que presenta el niño en cuanto a deglución, masticación y todas las funciones que involucran el proceso de alimentación.

“Es un deber como fonoaudiólogos inculcarle a la población que estas dificultades se deben tratar, pues existen estudios que indican que la prevalencia de alimentación en los niños de 0 a 5 años que representan un 5% de la población infantil y entre comillas tienen un desarrollo normal; presentan dificultades persistentes en el proceso de alimentación”, revela.

Desafíos

Aquellos niños que presentan problemas sensoriales pueden ser más aventureros en su alimentación, si se les permite hacer su propia comida o crear platos en base a lo que tienen en la mesa. Este tipo de participación permite al niño desarrollar la madurez de sus sentidos como oler, probar y tocar los alimentos.

Para tratar de resolver estas preocupaciones, lo mejor es dejar de presionar al niño para que coma nuevos alimentos y en su lugar alentarlo a explorar a su propio ritmo. Esto le permitirá  al adulto a tener control sobre los alimentos que consume el niño y a conducirlo a un desarrollo de hábitos alimenticios mucho más saludables.

Por último, es recomendable introducir actividades sensoriales que ayuden al niño a alcanzar y mantener un mayor confort con los alimentos, como por ejemplo la música. También se puede animar al niño a probar nuevos alimentos con un juego de gráficas en el cual obtenga una recompensa. De esta manera, el adulto podrá identificar si el niño tiene sensibilidad o deficiencia nutricional para acudir a tiempo a un especialista.