La lactancia sigue siendo un alimento de excelente calidad

Beneficios de la leche materna en el sistema inmunológico del bebé

La lactancia materna es una característica inherente del ser humano, y como tal, una condición natural que asume la mujer desde tiempos remotos. Hoy en día, la mayoría de las madres están conscientes de que la lactancia aumenta el sistema inmunológico del bebé, pero son pocas las que realmente consideran que es “algo que tiene que ver con anticuerpos” o que hay una fórmula exacta para “fortalecer naturalmente sus defensas”.

Para entender estas afirmaciones, es necesario profundizar un poco más en la ciencia real de la leche materna y descubrir cómo realmente apoya el sistema inmunológico del bebé. Los médicos han determinado desde hace mucho tiempo que los lactantes que reciben leche materna, están propensos a contraer menos enfermedades que un niño alimentado con leche de fórmula.

La razón se debe a que la leche materna contiene literalmente miles de componentes diferentes que apoyan al sistema inmunológico del bebé de alguna manera. Algunos de estos componentes son muy específicos, que actuando juntos protegen al niño contra patógenos particulares (bacterias, virus y parásitos), mientras que otros cumplen una función mucho más amplia y que no dejan de defender al bebé contra agentes externos.

Además de tener todas las proteínas que el bebé necesita para estar saludable durante los primeros meses de vida, la leche materna contribuye con el desarrollo físico y mental del niño. Por lo tanto, estas sustancias protegen al bebé contra una amplia variedad de enfermedades e infecciones no sólo mientras la mamá está amamantando, sino en algunos casos mucho después de haber destetado.

Composición y efectos de la leche materna

Desde el punto de vista nutricional, la leche materna cumple cuatro fases que van fortaleciendo el sistema inmune del bebé, la leche de pre-término, calostro, leche de transición y la leche madura.

Estudios han demostrado que la leche materna contiene grandes cantidades de lactoferrina, una proteína que ayuda a estimular el crecimiento de baterias amigables en el intestino del lactante. Una proteína especialmente eficaz para detener la proliferación de organismos que a menudo causan enfermedades graves en los niños como la Staphylococcus aureus.

Además de este componente, hay muchos otros que desempeñan un papel importante en el desarrollo inmune del bebé. La lista incluye lípidos, linfocitos, macrófagos, glóbulos de grasa de leche, nucleótidos, hormonas, factores de crecimiento, leucocitos entre otros.

El sistema inmunológico del recién nacido depende entonces en gran medida de esta protección, pues en los primeros días del nacimiento el calostro le brinda al niño concentraciones muy altas de muchas de estas sustancias. Incluso los ácidos grasos libres presentes en la leche tienen la capacidad de dañar membranas de los virus envueltos, como el virus de la varicela que son paquetes de material genético encerrado en conchas de proteína.

El interferón que se encuentra particularmente en el calostro también tiene una fuerte actividad antiviral, contribuyendo de esta manera con el desarrollo y maduración de su sistema inmune. Por lo tanto, es razonable asumir que la leche materna es un fluido fascinante que además de nutrir al bebé, da un impulso útil mientras el niño está amamantando.

De acuerdo con la OMS la alimentación del recién nacido debe ser solo leche materna hasta los 180 días de vida. Luego desde el sexto mes en adelante se agregan alimentos sólidos de manera progresiva, a lo que se denomina alimentación complementaria. Una vez iniciada esta alimentación el lactante puede seguir consumiendo leche materna hasta los 2 años si es posible o más.

La leche materna no se “debilita” ni tampoco deja de tener las propiedades nutritivas que tiene al inicio de la lactancia, sigue siendo un alimento de excelente calidad y biodisponibilidad, señala Rebeca Carrasco, Directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Santo Tomás.

Durante el periodo de lactancia el niño también puede presentar rechazo a la leche materna, y esto se debe a que la postura de la madre al lactar puede que no sea la más apropiada e impida al recién nacido succionar lo suficiente. Uno de los motivos más comunes de rechazo a la leche materna sucede cuando el niño comienza a presentar cólicos o está constipado, es decir, presenta algún síntoma de trastorno gastrointestinal.

Recomendaciones nutricionales en la mujer lactante

Las necesidades nutricionales durante la lactancia dependen principalmente del volumen, la composición de la leche producida y del estado nutricional inicial de la madre. Cuando la madre decide darle pecho a su bebé, la demanda calórica aumenta considerablemente, por esta razón es imprescindible que la mujer se alimente de manera similar a cómo estaba alimentándose durante el embarazo.

Para mantenerse sana, la Directora de Nutrición y Dietética de la Universidad Santo Tomás Rebeca Carrasco, asegura que además de la energía que le corresponde por su edad y actividad física, la madre debe sumar 500 calorías adicionales mientras está en periodo de lactancia.

En general, la madre debe consumir al menos 3 frutas y 2 platos de verduras diarias, además de alimentos proteicos y leche semidescremada. Es importante la necesidad de consumir leguminosas por su alto contenido de fibra y pesados grasos por su alto contenido de ácidos grasos esenciales. De esta manera la madre podrá evitar complicaciones alérgicas y gastrointestinales en el niño e impedir la pérdida de micronutrientes necesarios para el desarrollo psicomotor y psicológico en el bebé.