Día Internacional de las Mujeres: desde la pluralidad y diversidad

El mundo actual sigue siendo claramente masculinizado desde su estructura, su cultura y su lenguaje, lo que invisibiliza nuestras identidades femeninas y digo identidades porque somos muchas y distintas mujeres. El no reconocimiento de aquello impide darnos cuenta de la intersección de distintas categorías de discriminación que nos ubican en posiciones de desventaja y opresiones múltiples, tales como el género, la raza, la educación, la posición social, el color de piel, la orientación sexoafectiva, el país y continente que habitamos. Sin embargo, cuando nos hacemos conscientes de aquello y algunas tenemos el privilegio y la obligación de denunciarlo, podemos desde espacios colectivos de sororidad, acompañar a otras mujeres a transitar hacia lugares donde se encarne la igualdad de género. De allí, como decía Carol Hanish, feminista norteamericana, “lo personal es político”.

Escribo desde la pertenencia a una profesión altamente feminizada como lo es el Trabajo Social, vinculada desde sus orígenes a la pobreza y el cuidado, como si estos fueran ámbitos de interés exclusivamente de las mujeres, y lo hago desde la necesidad de romper esos imaginarios para co construir nuevos espacios seguros, amorosos y virtuosos con nuestros colegas hombres, para resolver los problemas que nos afectan a todas, todos y todes. El Trabajo Social como todas las profesiones y oficios es una micro representación de cómo se comporta la sociedad, entonces si queremos aportar a una sociedad más diversa, pluralista e incluyente, necesitamos un justo equilibrio para el despliegue de identidades femeninas, masculinas y disidentes, donde exista respeto a la dignidad humana de todas y cada una las personas, especialmente de niñas, mujeres adultas y mayores.

Hay muchas mujeres que han marcado nuestra historia, anónimas y reconocidas pensadoras, poetas y rupturistas chilenas – Teresa, Violeta, Gabriela, Gladys, Sola – como también grandes mujeres que forman parte de nuestro linaje familiar, que en su mayoría no pudieron romper los mandatos patriarcales, siendo doblegadas por el poder de sus padres, esposos e hijos. Ante ello Rita Segato antropóloga y fe,minista argentina, nos invita a cuestionar los estereotipos de género que oprimen no solo a mujeres sometidas por la pobreza y violencia en Latinoamérica, sino también enfatiza en la urgencia de desmontar la construcción de masculinidades hegemónicas que constriñen a los hombres a comportarse desde la violencia hacia otros hombres, mujeres y disidencias. Entonces el desafío está en cuidar y permitir que todas y cada una tengamos la oportunidad de ser mujeres, sin miedo, sin violencia y desde infinitas posibilidades de enunciación. ¡Vivas nos queremos todas!