Especialistas entregan consejos para prevenir, detectar y enfrentar la violencia escolar

El bullying o acoso escolar es un tipo de violencia ejercida entre niños, niñas y adolescentes que puede tener lamentables consecuencias, por eso es importante no solo reaccionar, sino prevenir estos casos.

La semana pasada, el testimonio de los padres de Drayke Hardman, niño de 12 años que se suicidó tras ser víctima de bullying en su colegio, causó impacto internacional. Resurge la preocupación frente a la violencia escolar y sus consecuencias ¿cómo podemos detectar un caso de violencia? ¿Qué podemos hacer? ¿Por qué se dan estas situaciones?

Sergio Rubilar Riquelme, profesor de postgrado de Santo Tomás Concepción, diplomado en Mediación Escolar e Intervención en Bullying, explicó que la violencia escolar “se define como un comportamiento negativo en el cual hay una intención de hacer mal y dañar a la persona, pero restringido a niños, niñas y adolescentes”. Agregó que ésta se puede expresar de forma física, psicológica, simbólica y estructural, y que además es posible ejercerse tanto presencial como digitalmente.

Detección

Por su parte, Rodolfo Álvarez Jara, psicólogo y Director de la Carrera de Psicología UST Concepción, contó que una de las señales que hace posible detectar que alguien es víctima de violencia escolar es que tienden a convertirse en personas introvertidas e irritables en comparación a como eran antes, y que además dejan de disfrutar cosas ligadas a lo escolar que les apasionaba.

“Por esto es importante conocer a nuestros hijos para poder percatarse de estos cambios”, declaró.

En el caso del victimario, es decir, quien ejerce la violencia, el psicólogo contó que mayormente se trata de niños solos, que necesitan preocupación por sus necesidades emocionales y/o de todo tipo, lo que origina que carezcan de empatía y buscan compensar esto con conductas violencias hacia otros.

“Los padres o cuidadores son la primera línea de protección tanto de los violentados como de los violentadores. Mayor preocupación por los niños y demostraciones de lo relevante que son para ellos, para la familia y la sociedad, son sin lugar a duda acciones que pueden prevenir estas situaciones”, dijo.

Señales de alerta y contención

Aunque en caso de bullying a simple vista es posible apreciar dos agentes que son víctima(s) y victimario(s), también son parte del contexto los testigos. El académico, Sergio Rubilar señaló que estas personas, sin participar directamente, son quienes observan y calculan su posible respuesta. Debido a esto, resultan ser un agente clave dentro de la dinámica del acoso como la posibilidad más eficiente para acabar con esta.

Aun así, comentó que muchas veces no existe una reacción, ya sea por el temor a represalias por parte de los acosadores, la normalización de la violencia o llegar a considerar que las victimas lo merecen, y así contribuyen a la preservación de la tóxica situación. “He ahí la importancia de trabajar intensivamente con ellos como objetivos también centrales dentro de las campañas y programas preventivos de la violencia escolar, sobre todo en establecimientos donde se estén desarrollando estructuras de convivencia basadas en el uso de la violencia”, señaló.

En el caso de ser un profesor el testigo, se debe notificar de inmediato a quien corresponda para iniciar una investigación y, si se confirma el acoso, proceder al tratamiento interno. Cuando el testigo es un apoderado o adulto de la comunidad, debe también apresurarse a dar aviso al equipo de convivencia escolar o la jefatura del curso.

Ya confirmado el caso de violencia es necesario saber como contener a la víctima. Así lo recalcó Rubilar, quien dijo que no se debe cuestionar la posible pasividad de la persona, sino siempre entenderla como alguien que padece violencia, y por lo tanto, debe ser apoyada en todas las dimensiones: anímica, social, académica y en los casos más graves, con entidades extraescolares (como por ejemplo: OPD, Carabineros, PDI, Fiscalía).

“También debemos buscar potenciar la autoestima, autoimagen y otros, que en esencia son el poder personal que cada uno de nosotros tenemos, principalmente esto para propiciar la generación de elementos de autovalía que le permitan reaccionar de la mejor manera posible ante casos de abuso hacia su persona hoy y siempre”, dijo.

A su vez, también es de vital importancia preocuparse del victimario, pues si bien lo normal es reaccionar con rechazo, es necesario incorporar a los victimarios como posibles víctimas de violencia que los conducen a presentarse de esa forma. “No se trata de desconocer las acciones negativas que ellos claramente presentan, pero la idea es que se logren reconducir hacia un nivel mayor que el mero castigo o, en el mejor de los casos, a la mera reparación, sino que hacia este nivel en el que interioricen de la manera más profunda posible los efectos de su acto y promueva la voluntad real de no volver a cometerlos”, aseguró Rubilar.

Prevención

Pero antes de reaccionar, lo ideal frente a estos casos es hacer todo lo posible para prevenir. Respecto a esto, el especialista en Mediación Escolar e Intervención en Bullying, Sergio Rubilar, precisó que la convivencia escolar debe entenderse como un trabajo permanente, no solo enfocado en la elaboración de protocolos con pautas de reacción.

“Esta debe estar presenta en cada segundo de las largas horas en que estudiantes permanecen en las aulas. Por esta razón, toda planificación de cada uno de las y los profesores de Chile, independiente de la asignatura que imparta, debiese considerar la observación y promoción de la mejor convivencia entre sus estudiantes, sin sentirlo como un sobreesfuerzo laboral, sino que como mera y vital parte de su trabajo respecto a ellos”.

Añadió que este es el momento para realizar cambios significativos, ideal para incorporar con fuerza espacios de bienestar para los estudiantes, donde todos se sientan cómodos y con ganas de habitar las aulas como un lugar que reconocen suyo. Pero, si bien puede trabajarse para lograr este objetivo, de no contar con la participación de las familias, toda acción puede fallar.

“Es una tarea importante de los establecimientos escolares lograr convencer a las madres, padres y apoderados de que el colegio puede trabajar en la creación de una cultura general de rechazo a la violencia, pero que si no hay líneas comunes el proceso se puede destruirse en una tarde con los gritos, ataques, abusos o negligencias de los adultos”, concluyó.