El 16 de abril fue el Día Internacional de la Voz, una voz que estuvo guardada durante mucho tiempo producto de la contingencia sanitaria. La falta de contacto humano hizo que durante el 2020 y 2021 ella viajara a través de micrófonos y resonara en audífonos y parlantes. Era la voz del confinamiento en los días de la pandemia.  Con la vuelta a esta nueva normalidad nuestra voz volvió a la presencialidad, pero con mascarilla.

Esta nueva invitada a nuestras interacciones cotidianas plantea varios retos. La mascarilla, aunque nos protege y cuida de peligrosos patógenos, entre ellos el SARS-COV2, también funciona como un elemento que obstruye y silencia nuestra voz.

Olympia Karagkouni fonoaudióloga e investigadora griega plantea que el uso de mascarillas aumenta la autopercepción de cambios en la voz, además de acentuar las dificultades de coordinar nuestra voz y la respiración, haciendo que sea más común que nos falte el aire al hablar.  La mascarilla después de todo es un obstáculo, un filtro que hace que nuestra voz se apague.

Una revisión sistemática realizada en octubre del 2021 mostró que los sujetos que hacían uso de su voz portando mascarillas de tres pliegues, N95 y NK95 experimentaron después de algunas horas de hablar a grupos de personas fatiga vocal, molestia en la zona de la garganta y sensación de molestia respiratoria.

Aquellas personas que hacen uso de su voz para trabajar como profesores, vendedores, etcétera, no pueden dejar la mascarilla de lado, debemos cuidar nuestra salud y la de los que nos rodean. Entonces ¿qué podemos hacer? Una de las cosas que sirve y es sencillo de realizar es mantener una buena hidratación, tomar agua de manera constante durante el día.  Es también importante en nuestros tiempos de descanso tratar de guardar silencio, para así darles un necesario relajo a nuestras cuerdas vocales.

¡Tenemos que economizar! Como si de un presupuesto de palabras se tratara.

Si eso no basta lo mejor será buscar ayuda profesional, las molestias fonatorias no son normales y deben consultarse con un especialista.  Contactar con un médico otorrino y con un fonoaudiólogo. Este último nos puede dar herramientas y técnicas para que las molestias desaparezcan y nuestra voz vuelva ser una herramienta funcional y agradable en nuestra vida.