En Chile existen aproximadamente 12 mil establecimientos educacionales distribuidos entre colegios municipales, particulares y particulares subvencionados, donde se exige, mayoritariamente, el uso del uniforme institucional. Este cobra relevancia durante el mes de marzo, pero lo olvidamos en el transcurso del año, donde su uso genera diversos conflictos, incluso relacionados con discriminación social.

Por otra parte, los niveles de sedentarismo que existen en los escolares son realmente alarmantes, sumado a las altas tasas de sobrepeso y obesidad presentes en esta población, lo que podría establecer un vínculo entre la ropa escolar y el nivel de actividad física.

En este sentido, el uso del buzo deportivo representa un elemento de comodidad y motivación, facilitando la práctica de actividad física.

Un trabajo de investigación liderado por el Dr. Carlos Cristi, evidencia que escolares que asisten al colegio con uniforme escolar presentan el doble de riesgo cardiovascular comparado con los que asisten vestidos de buzo.

Esto se relaciona al menor tiempo de juego durante el día vinculado a los estudiantes que usan uniforme escolar, sumado a que estudiantes más vulnerables pasan más tiempo con el uniforme que con su ropa de calle, cuestión que resulta muy perjudicial, ya que finalmente se sumaría como obstáculo para la práctica de actividad física.

Se muestra, entonces, un importante desafío para los establecimientos educacionales, los que debieran intentar incorporar el uso del buzo deportivo por sobre el uniforme tradicional.