Trabajo adolescente : ¿Un problema?

La población infanto adolescente, tienen derecho a desarrollarse de forma sana e integral, lo cual se traduce en la Convención de los Derechos del Niño, a la cual, nuestro país se suscribe en el año 1990, reconociendo que los niños y las niñas, deben estar protegidos de la explotación económica y social.

La problemática asociada al trabajo infantil, se encuentra latente y activa, incrementándose en el periodo de pandemia mundial, que vivenciamos en esta aldea global, lo que ha puesto en la palestra la profunda desigualdad económica dada la precariedad laboral de la población adulta activa, empleos informales, interrupción del proceso educativo y perdida de familiares por lo que, de alguna manera, el trabajo infantil se vuelve una forma de soslayar la economía laboral.

A su vez, la estabilidad familiar en la que los niños se ven envueltos genera presiones asociadas a tener trabajar para contribuir a generar ingresos familiares desde temprana edad, exponiéndose a mayores riesgos de realizar formas ocultas o peligrosas de trabajo, jornadas más extensas, lo que vulnera la integridad del desarrollo de esta población en particular, imposibilitando el desarrollo futuro de manera integral.

Se percibe que las acciones de estudiar y trabajar son actividades que, al ser desarrolladas de forma paralela por la población infantil, no generan buenos resultados; afectando la calidad del tiempo de descanso y recreación, lo que repercute de manera directa en el éxito en el desarrollo de los estudios formales, como también en la deserción temprana del sistema escolar, lo que reproduce la pobreza, no la soluciona; muy por contrario la incrementa generando círculos de pobreza familiares, que difícilmente serán posible de erradicar en un futuro cercano.

Frente a la problemática crisis de salud mundial que vivenciamos, que afecta multifactorialmente a los niños y sus sistemas familiares, es el Estado quien debe asumir la responsabilidad de apoyar al sistema base, para que los hogares que presentan actualmente de mayor vulnerabilidad económica  no tengan que recurrir al trabajo de sus hijos, para satisfacer sus necesidades primarias a costa del desarrollo biopsicosocial de la población infarto adolescente; considerando que debe primar el cuidado, protección y  desarrollo de las futuras generaciones.