Todas íbamos a ser Reinas
Así se llama un famoso poema de Gabriela Mistral que para efectos de la presente columna viene al caso, y mucho, en consideración del momento pre-electoral en que nos encontramos.
En estos días hemos sido testigos a través de la prensa de cómo los distintos partidos y coaliciones han empezado las respectivas negociaciones para definir sus candidatos para Consejeros Regionales (CORES), Senadores, y Diputados.
En noviembre próximo Chile elegirá un nuevo Presidente, y todo indica – si le hacemos caso a las encuestas – que Sebastián Piñera será elegido en segunda vuelta. Por tanto, parece ser que la presidencial no reviste mucho interés ni misterio. Además, es casi seguro que los medios nos presenten un relato equivalente a una carrera de caballos: nos darán datos de estudios, nos dirán quién va primero, segundo y tercero, según distintas empresas de estudios de opinión.
Lo interesante, a mi entender, estará en las parlamentarias y en menor medida en los Consejeros Regionales (CORES). Se renovarán 23 de los 38 senadores, así como la totalidad de Diputados (pasando de 120 a 155 según se propone) y 278 CORES a ser electos a nivel nacional; de los cuales 14 diputados y 28 consejeros regionales serán del Biobío, puesto que senadores en esta vuelta no tocan.
Pero volviendo al punto inicial, digo negociaciones para no usar una clasificación más cruda, puesto que en días pasados me ha correspondido escuchar frases como que le «iban a matar a su candidato». Claro, en ese lenguaje político entendí que no se referían a un asesinato en un sentido físico sino metafórico, en un sentido de lucha política, que es mucho más encarnizada y menos fraterna al interior de los partidos que lo que un ciudadano de a pie se podría imaginar.
Por estos días unos suben y otros caen. Se hacen pactos y negociaciones. Se habla con uno y otro, se miente y se traiciona, se reafirman los lotes y la lealtad a un cacique, se llama mucho por teléfono, se piden apoyos, se mandan cartas, se moviliza gente, en definitiva, se hace política, que en buena medida es la capacidad para negociar y dar argumentos para convencer.
Quienes percibimos desde fuera este fenómeno observamos una cierta revitalización de la política, un mayor interés por participar y nuevos movimientos políticos que disputan duramente un mercado electoral relativamente pequeño. Nuevos nombres, nuevas caras, nuevas siglas.
Sin embargo, no nos equivoquemos, hoy no es fácil granjearse un futuro político. Hay que tener la piel dura, dicen unos, o esto es sin llorar, dicen otros. Aunque pocos se han detenido a pensar lo que significa en términos de tiempo y sacrificio personal y familiar dedicarse al trabajo político o más bien al verdadero servicio público.
Tal vez por ello, rememorar hoy el poema de la Mistral con aquello de que todas íbamos a ser Reinas hace sentido al aplicarse a todos quienes con ilusión y quizás también con su dosis de maña, buscan ser elegidos en alguno de estos apetecidos cargos de elección popular en noviembre próximo, pero al igual que en el poema de nuestra Nobel escritora, son muchos más los que no lograrán ese sueño inicialmente anhelado de los que se entronizarán por las preferencias del electorado.