Soledad objetiva y soledad subjetiva

Vivimos en un mundo globalizado. Nunca habíamos tenido tantos vínculos, tantas -mal llamadas- “redes sociales”, pero paradojalmente la incidencia del sentimiento de soledad ha ido en aumento, sin discriminar edad, género, nivel educacional o estatus socioeconómico. La sensación de vacío parece ser otra pandemia en nuestros días. El confinamiento por COVID 19 vino a visibilizar algo que ya estaba presente y que permanece ahora que las puertas se han vuelto a abrir: estamos solos o nos sentimos solos. La pérdida de oportunidades de interactuar se traduce en falta de aprendizaje de habilidades sociales, siendo la empatía una de las más básicas.

Autoridades de salud de Estados Unidos señalan estar viviendo una epidemia de aislamiento y soledad, una de cada dos personas se siente sola. Las redes sociales aíslan cada vez más a los jóvenes. Por su parte en Chile, la encuesta del Termómetro de Salud Mental (ACHS-UC) de mayo 2023, indica que una de cada cinco personas mayores de 18 años se siente sola.

Las investigaciones demuestran que la soledad aumenta el riesgo de muerte prematura, de enfermedad cardiaca y de infarto cerebral. Implica, además, pérdida de habilidades sociales, necesarias para la convivencia y el bienestar. En los niños se ha visto disminución de la capacidad de aprendizaje, memoria y concentración, aumento de tristeza, sentimiento de aislamiento y angustia.

La soledad objetiva se produce por separaciones, mudanzas, pérdidas en general, rechazo y exclusión, falta de redes (reales, no virtuales), siendo también a veces buscada intencionalmente por la persona. La soledad subjetiva puede sentirse aun cuando estemos rodeados de personas o tengamos vínculos familiares y sociales: es un sentimiento de soledad constante, vacío interno, falta de interés, ansiedad, tristeza, aburrimiento, inseguridad, baja autoestima, alienación, atribución de fallas hacia sí mismo. En este sentido, es diferente estar solo que sentirse solo.

La soledad interna no hace ruido, se invisibiliza como problema, pero lo es y en todos los niveles: personal, familiar y de la sociedad. A la soledad social se suma la soledad emocional, la carencia de intimidad afectiva con otra persona.

Si partimos de la base que el ser humano es social por naturaleza, que el sentido de pertenencia es una necesidad básica y que la soledad infantil predice la soledad adulta y sus consecuencias en la salud física y mental, se recalca la importancia de visibilizar el problema de la soledad, sus causas, consecuencias y medidas remediales. La promoción del bienestar subjetivo es fundamental, la capacidad de escuchar y escucharse, la solidaridad y empatía, las redes de apoyo incondicional.