Salud mental en personas mayores en tiempos de confinamiento social

En nuestro país, de acuerdo con los datos entregados por el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), el 15,6% de la población corresponde a personas mayores de 60 años.

Considerando que Chile es un país que presenta un envejecimiento acelerado, es imperativo enfocarse de manera prioritaria a satisfacer las necesidades de este grupo etario, con la finalidad no sólo de brindarles una intervención en contextos de enfermedad, si no también privilegiar la promoción y prevención de éstas, favoreciendo su autonomía y evitar la pérdida o disminución de sus habilidades, lo cual puede repercutir directamente en su participación social y por ende en su calidad de vida.

Bajo el contexto mundial de COVID-19, se ha identificado a las personas mayores como la de mayor riesgo frente al contagio, lo cual aumenta en aquellas que presenten patologías previas. En nuestro país y a nivel mundial, una de las medidas preventivas para esta población, es el confinamiento y aislamiento social. Sin embargo, no se ha enfatizado respecto a las implicancias en la salud mental de las personas producto de esta medida. Durante este período es posible que sientan ansiedad, soledad, tristeza, incertidumbre, inseguridad, aburrimiento, desesperanza, entre otras emociones y sensaciones, las cuales pueden aumentar en aquellas personas que vivan sin compañía.

 Para toda persona, independiente del rango etario, el COVID-19 ha tenido un impacto psicológico en nuestras vidas, lo cual se debe principalmente a la incertidumbre del saber qué pasará o cuánto tiempo durará esta situación. Impacto que es aún mayor en las personas mayores, las cuáles presentan las tasas más altas de mortalidad. Por lo cual, hay que esclarecer que el aislamiento social, no es equivalente a soledad.

Se deben buscar estrategias orientadas a que las personas mayores sientan compañía para poder disminuir el impacto negativo en su salud mental. La relevancia de esto recae en que la soledad en personas mayores puede tener efectos negativos en sus capacidades cognitivas tales como atención, memoria, función ejecutiva, entre otras, y por ende disminuir el funcionamiento de ellas repercutiendo directamente en su calidad de vida y autonomía, además de ser un potencial factor de riesgo de la aparición de trastornos neurocognitivos.

Por otra parte, tenemos las personas mayores que ya cursan con trastornos neurocognitivos (como las demencias), las cuales requieren de un mayor cuidado. Lo anteriormente descrito se sustenta en que los seres humanos somos seres sociales, requerimos tener contacto con nuestro entorno y tener un sentido de pertenencia. Es así como el SENAMA, dispone de ciertos lineamientos de cómo se deben cuidar a las personas mayores en aislamiento.

Dentro de las cuales destacan, idealmente: desde el punto de la persona mayor, se sugiere mantener contacto telefónico con su familia (intentando no pasar más de 8 horas sin hablar con alguien), dar a conocer a sus vecinos los números de contacto de familiares ante una emergencia, llamar a teléfonos de apoyo (de la fundación Amanoz), por si se siente solo. Además, se refuerza el concepto del autocuidado, manteniendo sus tratamientos médicos (no automedicarse, si le quedan pocos medicamentos pedir que alguien se los compre), privilegiar una alimentación saludable, realizar actividad física, incentivar el orden en sus rutinas y las emociones positivas.

Finalmente, se propone la organización del día y crear rutinas, tales como; intentar despertar y dormir a la misma hora, en la medida de los posible exponerse a luz solar, levantarse y vestirse todos los días (esto ayudará a que sienta que su día tiene un inicio y un fin), en su rutina incluir actividad física y desafíos mentales ( ejercicios de estimulación cognitiva), informarse sólo por medios oficiales y ojalá dos veces al día como máximo, incluir dentro de su rutina la comunicación con personas cercanas (telefonía o mensajería) y antes de dormir realizar ejercicios de respiración profunda.  

De manera concluyente, no debemos olvidar que la organización mundial de la salud (OMS), propone un modelo participativo en salud y enfermedad que busca abarcar factores biológicos, psicológicos (pensamientos y emociones) y factores sociales, lo cual cobra un importante valor al momento de referirnos a personas mayores en contexto de COVID-19.