Nomofobia: ¿Perdimos la capacidad de hacer las cosas solos?

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Vivimos en un tiempo que es totalmente dinámico, cambiante e hiperconectado, por lo que tenemos una dependencia total de la tecnología en cada uno de nuestros quehaceres cotidianos, querámoslo o no.

Es impensado para las generaciones más jóvenes, salir de sus hogares sin el teléfono móvil “inteligente”, el cual agrupa desde la comunicación, ocio, entretención, trabajo y una innumerable cantidad de aplicaciones que escapa muchas veces al uso tradicional de un teléfono.

La nomofobia (del acrónimo no-mobile phone phobia), es la ansiedad que se genera al no tener el teléfono móvil disponible, ya sea por olvido, hurto o simplemente que se le agote la batería o el plan de datos, es el miedo a no estar conectados con todo y con todos. Y aquí viene el cuestionamiento, ¿necesitamos realmente el teléfono o deseamos evitar la fatiga y que el móvil haga el trabajo por nosotros?

Es paradójico, pero el teléfono “inteligente” nos quita el yugo de ciertas tareas monótonas (por ejemplo recordar una reunión), pero a la vez nos hace totalmente dependientes de ellos. Ya no necesitamos de nuestra memoria, puesto que tenemos al alcance de nuestras manos un aparato que nos simplifica nuestro existir.

Las herramientas de redes sociales (Facebook o Twitter) funcionan como una inteligencia colectiva, ya no dependemos de una radio o tv para conocer lo que sucede en el mundo que nos rodea (aunque no siempre es verdad), por lo que éstos democratizaron el acceso a la información.

Los relojes despertadores prácticamente no existen, las agendas en papel están en franca retirada, muchas personas tienen sus cuentas bancarias integradas en los teléfonos móviles y no solo eso, sino también toda su vida en sus bolsillos (información personal, fotos). Cada día se siguen sumando aplicaciones, sensores y utilidades a estos aparatos. Haciendo cada vez más “simple” nuestra vida cotidiana.

Los asistentes móviles – Siri, Cortana y Google Assistant son los más conocidos – simplifican su uso llegando al punto que podemos controlar el teléfono por comandos de voz e incluso pueden tener una “personalidad” aprendiendo nuestros gustos. ¿Realmente necesito una máquina para este tipo de tareas o deseo invertir mi tiempo en otras cosas?

No seamos esclavos de la tecnología

Este miedo también encierra nuestras inseguridades personales, el verificar cuando estuvo una persona por última vez en línea o revisar constantemente una notificación, comprobar si han leído nuestro último mensaje que enviamos por Whatsapp o nos validamos emocionalmente por la cantidad de me gusta que obtiene una publicación en las redes sociales. Nuestras relaciones afectivas y familiares se ven enlazadas por estos aparatos.

Si bien la tecnología es importante, también hay que saber adaptarse a ella y estar preparado para evolucionar con este mundo dinámico y cambiante, pero es aún más importante no ser esclavo de  ella sino aprovecharla como una poderosa herramienta, no podemos limitar nuestra inteligencia y conocimientos al poder de procesamiento de un teléfono móvil y su capacidad de estar conectado a internet.

Los jóvenes están perdiendo la capacidad de solucionar problemas cotidianos, donde tengan que pensar en algo de lo que no son expertos. Salir sin celular hoy es sentirse incapaz de hacer las cosas solas y eso claramente, nos convierte en personas cada vez más distantes de otros seres humanos y menos preparados para sobrevivir en el mundo análogo.