Niños y niñas merecen formación con seguridad: Cero violencia ahora y mañana
La mayoría de los chilenos no estamos de acuerdo con la violencia y no la justificamos en ninguna circunstancia. Estamos conscientes que así no podemos avanzar en la agenda social, la recuperación económica y el desarrollo para hacer de Chile un país justo y desarrollado. En mi condición de defensora de los derechos de niños y niñas, he sentido la necesidad de recordarle al Gobierno, políticos y familia, las consecuencias estremecedoras que tiene para el desarrollo y aprendizaje de los futuros chilenos, principal divisa para la continuidad de mañana, de lo que hoy fuimos capaces de enseñarles.
En la actualidad, todos y todas estamos contribuyendo a formar ciudadanos inseguros, temerosos y violentos frente a la solución de los problemas.
En este contexto, la familia juega un papel sustantivo con su hijo/a para conversar, dialogar sobre la violencia y su repercusión, en su propio desarrollo personal y en la sociedad en general. No olvidemos que ellos son actores activos, construyen la representación de las evidencias del día a día, están en formación, no cuentan con todos “los ingredientes”, por su corta edad, para hacer un análisis objetivo de lo que sucede y de su implicación en su propio desarrollo personal.
¿Qué ocurre cuando un niño/a en su entorno crece en condiciones de violencia? Son muchos los investigadores que han demostrado las consecuencias de la violencia en todas sus manifestaciones. No obstante, sin temor a equivocarme y sintetizando, lo primero que constatamos es que se forma una personalidad dañada emocionalmente, aparecen sentimientos estructurados como los miedos, fobias, iras, frustraciones, ansiedad, inseguridad y otros. De manera que el bienestar de esta persona está matizado por lo anterior señalado y tiene repercusión en el resto de las dimensiones cognitivas y volitivas.
Se sabe que los mecanismos psicológicos que explican la aparición de algunos de esos esos sentimientos surgen por experiencias traumáticas, observación y trasmisión de información.
Los niños aprenden también por experiencia propia, viendo televisión, escuchando los acontecimientos.
Lamentablemente, con la violencia imperante, Chile hoy sólo está contribuyendo a que mañana nuestros hombres y mujeres que deberán dar continuidad al bienestar y desarrollo del país, no estén en las mejores condiciones psíquicas. Sin embargo, valoro profundamente que todo no está perdido. Estamos a tiempo. La educación es nuestra principal herramienta.
La integración de los diferentes actores, unidos por el pensamiento, el corazón y la acción a No continuar con una actitud pasiva frente a la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, augura la solución. Que nuestros niños nos recuerden como la generación que impulsó la paz y el porvenir en circunstancias complejas. Que fuimos capaces de pensar