Mes del corazón: Fortalecer desde la mirada preventiva

Por Juan Cifuentes Marín. Kinesiólogo. Carrera de Kinesiología UST sede Temuco. Magister en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Mención en Rehabilitación y Entrenamiento Deportivo.

Las Enfermedades Cardiovasculares (ECV) son las principales causas de morbilidad de las enfermedades no transmisibles (ETNT) y la principal causa de muerte a nivel mundial y nacional. Por lo que, al instaurarse las ECV, es fundamental la detección precoz y el tratamiento temprano, por medio de servicios de orientación o la administración de fármacos, tal como se hace nuestro país, el que ha sido incluso galardonado, por ejemplo, por la World Hypertension League con el Premio de Excelencia Organizacional en Prevención y Control de la Hipertensión Arterial 2021, siendo el primer país de la región en recibirlo.  Dejo en claro que el premio ha sido en prevención secundaria, o sea en personas ya enfermas.

Consecuentemente, la clave será la prevención, y aquí es donde aún estamos en deuda como país, pues no hemos abordado la prevención primaria de las ECV, es decir sobre la población sana. Es sabido que los abordajes deben darse sobre los principales factores riesgo modificables como lo son: el consumo de tabaco, las dietas malsanas y la obesidad, la inactividad física y el consumo nocivo de alcohol.

El inconveniente del abordaje de esta prevención primaria ha estado y está, en el cambio cultural de nuestra sociedad. Pues se han normalizado los hábitos no saludables y no se han normado las pautas de vida sana desde la niñez en el hogar, además de cerrarnos como sociedad en las redes sociales y la realidad cibernética, dejando de lado las conductas de juego recreativo fuera de los domicilios, la conexión con la naturaleza, la practica de ejercicio y la instauración del deporte en nuestra sociedad.

Estamos llamados desde los diferentes actores sociales a hacer prevención primaria, desde la familia, instituciones públicas y privadas, organizaciones comunitarias, etc. a informarse, capacitarse y hacerse parte de la responsabilidad social de las ECV, teniendo incluso en cuenta los determinantes de pobreza, estrés y urbanización, que marcan inclusive cambios genéticos a nivel individual y en las poblaciones, impactando en la salud y calidad de vida.