Más que dinero, valoración social

Luego de 3 semanas de movilizaciones, son realmente desconcertantes las últimas frases del Ministro de Educación, publicadas en La Tercera el 25 de junio, “no hay ninguna razón para que nosotros retiremos el proyecto, tenemos profunda convicción que es un proyecto central para mejorar la calidad de la educación, más allá que puedan haber perfecciones, este proyecto asegura muchos mejores salarios”. Da, por lo menos, para reflexionar.

Tal como pide la Presidenta, hoy vamos a “priorizar”. En este sentido, vamos a ir directo al grano: el ministro reduce los problemas de la educación y “la mejora en la calidad” a mejoras salariales. La verdad esto no sorprende, para quien la educación es un “bien de consumo” (independiente de la “mayoría” a la que pertenezca) no es extraño que reduzca los problemas de su cartera, a la falta de recursos. Estamos de acuerdo en que sí es un problema, pero no es el centro de la discusión. Aquí el problema es la visión que tenemos como sociedad de la educación y la valorización tanto económica como social de nuestra profesión.

Sobre el primer punto, sólo comentar que mientras no se cambie la visión de la educación como un “bien de consumo” y ver la escuela o los colegios como un producto más del mercado, no vale la pena ni siquiera sentarse a discutir reforma alguna, ya que van a quedar a merced de los vaivenes de la economía. Lamentablemente sabemos el resultado de lo que esto significa. Aún más lamentable es que si no se realiza lo anterior, el segundo punto queda en la cuerda floja. Los profesores, somos profesionales que trabajamos por algo más que dinero. Lo necesitamos como todos, pero hay algo más fuerte que nos mueve: tenemos principios y una profunda vocación social.

Nos preocupamos de cada detalle para que su hijo aprenda. Hubo un profesor que lo hizo conmigo y con usted. Pero hoy es necesario recuperar lo que alguna vez se tuvo: la dignidad. Esto no lo da el mercado, sino la sociedad y para eso necesitamos de su ayuda. Enseñe a su hijo desde ya, que respete a su profesor, es un pequeño, pero gran paso para hacer el cambio que nuestra clase política no está dispuesta a realizar.