¡Necesitamos profesores innovadores!

En el teatro del absurdo, las historias terminan donde comienzan. El maestro Fernando Cuadra, nos lo representaba como una circunferencia. No responde a los parámetros normales a los que estamos acostumbrados, en donde la obra presenta una serie de situaciones conflictivas que logran llegar en un climax para luego finalizar con un desenlace, generalmente positivo.

Dice la historia que este concepto fue un concepto acuñado por un crítico, Martín Esslin, en 1962 para clasificar a un conjunto de dramaturgos que tenían algunas características comunes en sus obras: existencialistas, historias aparentemente sin significados, expresaban la realidad por medio de símbolos y no cuentan historias sino que muestran diversas situaciones.

…necesitamos romper los esquemas, más profesores absurdos que nos muestren cómo hacer de la historia, la ciencia, el lenguaje, parte de nuestra existencia…

El teatro y la educación están íntimamente ligados, desde la milenaria China hasta el origen de la cultura Occidental se ha utilizado, se utiliza y se utilizará para intentar educar a las personas, claro que las prioridades y motivos han cambiado a lo largo de la historia, pero lo que tienen en común es que la educación, independiente del tiempo histórico en que nos encontremos, encuentra en el teatro las herramientas que faltan por enseñar en las universidades.
Es por esto que hoy innovar en educación debe orientar su trabajo a redescubrir estas herramientas y estrategias que nos ha brindado el teatro durante toda nuestra historia y adaptarlas a nuestra realidad.

Hoy por hoy, necesitamos romper los esquemas, más profesores absurdos que nos muestren cómo hacer de la historia, la ciencia, el lenguaje, parte de nuestra existencia; necesitamos enseñar a darle un significado positivo, hacer del acto de ir a la escuela una experiencia enriquecedora; hace falta fortalecer el vínculo con la realidad y su comunidad apoyando iniciativas que les permitan empoderarse de su rol activo como miembro de una comunidad generando situaciones que en un futuro lejano formen parte de su historia… En fin, hacen falta profesores absurdos dispuestos a tomar el riesgo de innovar en su práctica pedagógica para hacer de la escuela, colegio, liceo o universidad una experiencia motivadora.