Para todos los que somos padres, sufrimos o hemos sufrido los marzos, me recordó lo que se viene próximamente. Me bajó una tremenda angustia cuando revisé la lista de tareas y útiles del gobierno en materia educacional. ¡¡Pobres mis nietos!!

Aquí sólo pondré los de Educación Superior. Muchos muy felices por la gratuidad. Debo reconocer que soy de los que me da mucha pena por el futuro del sistema. ¿Será capaz de materializar y cumplir con ellos el Gobierno, no sólo el 2016, sino en su mandato? Yo apuesto a que no.

Mientras sigamos creyendo en el Estado como una entelequia fantástica, que a lo único que nos lleva es al Leviatán, nunca seremos libres, ni menos podremos desarrollarnos en nuestras máximas capacidades. Los proyectos educacionales son de regulación y presupuesto fiscal de “economicistas” que de verdad no creen en las personas y piensan que desde la Alameda, cercanos a la Moneda pueden tener la inteligencia súper dotada para definir lo que es bueno desde Arica a Punta Arenas.

Me pregunto: ¿Habrá subido ese burócrata el Volcán Osorno o le habrá preguntado a la casera de Ensenada o río Pescado lo que requiere, antes de promover legislaciones que los afectan? Creo sinceramente que ni siquiera le preguntaron al Intendente, menos a la Seremía. Y de muestra está que, desde el discurso del 21 de mayo a la fecha, hay más de 12 modificaciones a documentos y proyectos de ley sobre Educación Superior. Ninguno de ellos, haciéndose cargo de la calidad y menos de la regionalización. Para qué hablar de la vulnerabilidad rural que no marcha, ni sale a las calles.

¿Alguien de verdad piensa que tenemos una especie de sala robótica ultra eficiente que es capaz de generar en 7 meses 12 proyectos, modificaciones o iniciativas (3,8 diarios) de una materia que trasciende por más de treinta años en el país? (esto sin considerar la educación parvularia, básica, media o la desmunicipalización, por nombrar sólo algunas).

Lo que es peor aún, cada proyecto de ley requiere una serie de conversaciones, negociaciones e intercambios, en momentos adecuados. Por lo mismo querido lector, en mi próxima columna, detallaré las materias (mi lista de útiles) que esos proyectos de ley -sin considerar sus respectivos reglamentos, ni la educación primaria y secundaria- tienen que salir a afrontar. Apostaría a que en diciembre no llegamos a un 4.