Las Escuelas: oportunidad esencial para vivir la cultura folklórica

El capital cultural de nuestra sociedad actual se ha ido transformando significativamente, debido una sólida permeabilidad de cosmovisiones ajenas a “lo nuestro”. En nuestro diario vivir convergen imaginarios, símbolos y expresiones de lo humano que no son pertinentes a la raíz tradicional de aquel acervo cultural originario, ancestral y de arraigo que caracteriza a nuestra genuina identidad.

La Escuela, como institución social, ya sean jardines infantiles, colegios, liceos, entre otros, se instauran formal y legalmente como un espacio primordial de formación humana y, por consiguiente, ciudadana, donde se seleccionan y experimentan saberes que son la base cultural de nuestra sociedad. Aquella cultura folklórica que promueven las escuelas pareciera limitarse únicamente a celebridades esporádicas de efemérides republicanas que tensionan a nuestras infancias, al currículum escolar, a las familias y a quienes educamos, fomentando una percepción de obligatoriedad y presión social en la práctica de diversas manifestaciones culturales, en virtud del logro de metas educativas a corto plazo, que, por lo demás, carecen de un sentido subjetivo de pertenencia cultural y transferencia a la vida cotidiana, más allá de las aulas.

La importancia de que los contextos escolares brinden oportunidades para vivir la cultura folklórica, como una práctica cotidiana y permanente en la vida de niñas, niños y jóvenes, nos permite reflexionar, como docentes, sobre lo esencial y prioritario que parece este cometido.

Nuestra praxis debe procurar aquel rescate, fomento y preservación de danzas, juegos, palabras y cantares, como valores culturales que precisan perpetuidad en la vida personal de toda una comunidad educativa y, por consiguiente, su trascendencia a toda la población.

La generación de oportunidades de aprendizajes situados, profundos y con sentido, mediante prácticas culturales que nos muevan y hablen de “lo nuestro”, nos permiten experimentar el folklore como un diario vivir durante todo el año escolar y, así, no esperar a septiembre para comprender que la cueca y las fondas no son las únicas manifestaciones de lo más profundo de nuestra cultura.

El Encuentro Folklórico Escolar “Profesor Juan Rayo Godínez”, de la Universidad Santo Tomás Santiago, ha sido una declaración de principios y una práctica ejemplificadora en la promoción y rescate de “lo nuestro”, donde a través de una década ininterrumpida ha tenido, y seguirá teniendo, la ardua labor de significar la cultura folklórica como una práctica permanente de los diversos contextos escolares, transformándose en un escenario simbólico para dar cuenta de que el deseo de vivir el folklore en las escuelas es vivencial, permanente y con sentido.