La unión hace la fuerza… incluso en materia de innovación

“La palabra asociatividad no está en el Diccionario”, es el mensaje que arroja la Real Academia Española (RAE) cuando uno intenta definir este concepto que en realidad se usa bastante. Podríamos decir que es una adaptación del verbo asociar, que proviene del latín associāre, y tiene las siguientes definiciones:

  1. Unir una persona a otra que colabore en el desempeño de algún cargo, comisión o trabajo.
  2. Juntar una cosa con otra para concurrir a un mismo fin.
  3. Relacionar (establecer relación entre personas o cosas). U. t. c. intr. y c. prnl.
  4. prnl. Juntarse, reunirse para algún fin.

Al analizar cada una de las definiciones podemos distinguir dos factores importantes:

  • La Unión: un aspecto que nos lleva a trasladarnos desde una perspectiva individual a una colectiva, juntando personas, empresas, organizaciones, instituciones para que – sin abandonar la esencia particular y única de cada uno – sean parte de una orgánica superior con quien se alinean respecto a sus valores y objetivos.
  • Objetivo Común: el ser parte de una organización superior que agrupe a pares tendrá éxito si los objetivos del nuevo ente que los reúne plantean propósitos que sean compartidos por las partes que lo componen.

Lo interesante de este proceso es que se entregan respuestas colectivas a determinadas necesidades o problemas que, si los enfrentáramos individualmente, sería difícil o imposible lograr el mismo resultado. A esta característica le denominamos Sinergia.

La Sinergia tiene la característica de que el resultado del todo es mayor a la suma de las partes individuales, lo cual se logra en gran parte gracias a la afinidad y coordinación de las mismas.

Un concepto contrario a Sinergia es la Entropía, en donde el resultado del todo es inferior a la suma de las partes, y esto genera destrucción y disipación de la energía.

Ejemplos de Sinergia:

  • Un rompecabezas: cada pieza por separado no logra reflejar la imagen que se genera cuando todas las piezas están unidas.
  • Un reloj: cada pieza por separado no podrá entregar la información exacta de la hora, que genera el reloj cuando sus piezas están bien ubicadas, lubricadas e interrelacionadas.
  • El sonido: en un estadio con 80.000 personas el grito de todos en conjunto tendrá un efecto que no podrán igualar si esos 80.000 espectadores ingresan de a uno al estadio y gritan solos.
    Por lo tanto, un aspecto que deben entender quienes se van a asociar es que la unión y coordinación entre las partes, que forman una organización mayor, los puede llevar a tener mejores resultados que si actúan en forma individual.

¿Cuándo asociarse?

Para asociarse debemos tener en cuenta cuatro requisitos:

  1. Proyecto Común: Coinciden en un plan que contiene actividades respaldadas por todos.
  2. Compromiso Mutuo: Todos cumplen un rol y respetan las normativas internas.
  3. Objetivos Comunes: Si bien cada parte tiene sus objetivos, éstos deben estar alineados con los objetivos de la organización que los agrupa.
  4. Riesgos compartidos: sin abandonar la independencia de cada uno de los participantes.

¿Qué podría motivar a una empresa a asociarse con sus pares?

  1. Reducir costos.
  2. Incorporación de tecnología.
  3. Mejora del posicionamiento en los mercados.
  4. Acceso a mercados de mayor envergadura.
  5. Capacitación de recursos humanos.
  6. Incremento de productividad.
  7. Acceso a recursos materiales y humanos especializados.
  8. Desarrollo de economías de escala.
  9. Disponibilidad de información.
  10. Captación de recursos financieros.
  11. Optimización de estándares de calidad.
  12. Desarrollo de nuevos productos.
  13. Ventajas competitivas.
  14. Mejora de las posibilidades de negociación con clientes y proveedores.

Un ejemplo: asociatividad en la minería

“Cuando uno tiene cinco productores pequeños que entregan mil toneladas de cobre cada uno, recibimos el mismo número de procesos distintos, vale decir, de chancado, muestreo, de refino, de laboratorio y, finalmente, se traduce en cinco cheques. Si por la vía de la asociatividad logramos que los productores se transformen en empresas, permitirá entregar minerales bajo sólo una figura legal, eso nos hace más eficientes y, por tanto, la tarifa para el minero sería menor. Asimismo, en lugar de comprar dinamita por separado, podrían hacerlo al por mayor. Por ejemplo, un productor de 500 toneladas, tiene costos cercanos a los US$260 centavos la libra de cobre, si ese mismo productor aumenta la escala a 1.000 toneladas, sus costos bajan a US$190 centavos”.
Entrevista a William Díaz, Vicepresidente Ejecutivo de ENAMI
Revista Minería Chilena- 4 de octubre de 2010

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