Es mejor Iluminar que brillar

«Santo Tomás de Aquino maestro de vida»: Hoy 28 de enero es una ocasión propicia para reflexionar acerca de la figura de Santo Tomás de Aquino, y, sobre todo, lo que esa persona -un pensador del siglo XIII-, nos puede sugerir o inspirar en la actualidad, casi ocho siglos después.

Lo que hizo Santo Tomás fue buscar un discurso que integrara en su época teología, filosofía y ciencias. En su tiempo integró el espíritu crítico del pensamiento aristotélico creando un modelo más amplio. Así, Tomas de Aquino se convirtió en uno de los intelectuales más fecundos, sistemáticos, trascendentes y que más huella dejaron en la historia.

Su tarea sigue siendo válida: integrar formas de pensar sobre la ciencia, filosofía y cultura; al menos convivir, trabajar juntos y dialogar. En esta línea, harán falta nuevas y nuevos “Tomasinos” que nos ayuden a abrir la mente y generar nuevos pensamientos. Que asocien la cultura con integración, y no con división, como la divinización con humanización, y con una vida plena y justa.

Como institución entendemos que el saber, no es poder, no es un título, no es consumo de información, sino más bien, el saber es vida y aquella que satisface las aspiraciones más profundas del alma.

Ahora bien, siguiendo el ejemplo de este gran maestro ponemos todo el saber, y en concreto el saber universitario. Para concebir la educación superior como una búsqueda comunitaria de la verdad para el bien del ser humano, así abrirnos a los posibles aportes provenientes del otro. Ya sea en ámbitos intelectuales, culturales o la óptica con que se concibe el mundo.

Ver en nuestro estudio y en nuestro trabajo, no solamente un ámbito para desarrollarnos profesionalmente, sino un ámbito propicio, quizás privilegiado, para vivir un verdadero camino que nos pueda ayudar a alcanzar -en la medida de nuestras posibilidades- la plenitud de lo humano.

Si en nuestras instituciones de educación superior podemos vivir esto, no solamente aportaremos a la sociedad nuevos conocimientos científicos, no solamente estaremos formando profesionales, sino que estaremos también educando personas libres, críticas, equilibradas, comprometidas y justas, cuya vida esté impregnada de una auténtica sabiduría.