Dignidad humana y enfermería

La gestión del cuidado no es solo una ciencia que ejecuta actividades de carácter técnico-procedimentales en individuos con alguna necesidad de salud, sino que es aquella disciplina que realiza estas acciones con centro en la persona, reconociendo su multidimensionalidad e integralidad, como un ser viviente, sintiente y participante de una comunidad en donde cumple múltiples roles.
Desde esa perspectiva, el ejercicio teórico de seleccionar un principio ético indispensable que sustente el quehacer de Enfermería, este debe ser la dignidad humana, ya que se trata la columna sobre la que se sostiene el ejercicio profesional y que entrega las herramientas para reconocer en quien necesita su apoyo como un ser holístico/biopsicosocial que requiere atención humanista y ética, siempre articulando los valores del respecto, autonomía y justicia.
La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos del 2005 reconoce a la dignidad humana como el fundamento normativo de los derechos humanos y la ética en salud, identificándolo como el valor supremo que no depende de la condición social, salud, género, etnia, religión ni capacidades de una persona, sino más bien es propio por el hecho de ser humano. Para el cuerpo profesional de Enfermería, este principio adquiere una expresión concreta en la forma en que se brinda el cuidado con empatía, respeto, sensibilidad cultural y reconocimiento del otro como sujeto de derechos.
Con todo esto, queda de manifiesto que el acto directo de atención a los pacientes para ser el sostén durante la enfermedad o la prevención de esta, va acompañado con una actitud moral y relacional, donde se reconoce a la persona tras el paciente considerando sus historias, experiencias y valores, se demuestra interés en sus estados emocionales, lo involucra activamente en las decisiones del cuidado de su salud según su estado lo permita, busca hasta encontrar métodos de comunicación incluso en quienes no están completamente conectados a su entorno y dispone de sus conocimientos para hacer el bien, lo que permite brindar atención conscientemente humanizada.
Pero lo hasta ahora señalado no se trata de una declaración de buenas intenciones, y así lo demuestra la evidencia, ya que la literatura da cuenta de que la aplicación activa del respeto a la dignidad humana se asocia directamente con la calidad del cuidado en cada una de las etapas de atención sanitaria. Además, si se mira desde la óptica filosófica, permite que el ejercicio profesional sea conforme a principios universales, con responsabilidad, orientado al bien común y velando por dar aquello que necesitan a quienes sean vulnerables o vulnerados en algunas de sus necesidades.
Sin embargo, aun cuando la dignidad valor se ponga en práctica casi de manera automática por la propia esencia de la Enfermería, no se está exento de tensiones que son necesarias tener identificar en especial en un mundo globalizado en donde las costumbres, tradiciones y culturas cruzan fronteras. Esto es motivo suficiente para que además de que sea aplicada y efectiva, debe ser simultáneamente, debatida, reflexionada y protegida.
Con todo ello, es posible dejar la reflexión sobre la dignidad humana como un principio ético rector que da sentido al cuidado profesional de Enfermería, que permite ejecutar acciones clínicas mientras se conocen hasta los aspectos más íntimos de las personas en los momentos más duros de la vida, por lo que eleva la disciplina a un rol fundamental e indispensable para la sociedad.