¿Cuánto conoces sobre tus emociones?

“En un mundo en el que aparentemente predomina la razón, la emoción se encuentra en el origen de muchas de nuestras enfermedades y de la gran mayoría de las dificultades en la relación con los demás, el mundo y yo”.  La frase anterior, del doctor Karmelo Biskarra, hace referencia a la importancia de las emociones en nuestras vidas, a tomar conciencia que los estados emocionales se relacionan con la salud y con el bienestar, entendiendo bienestar como estar-bien, sentirse bien, tanto física y emocionalmente.

Pero ¿cómo logramos nuestro bienestar emocional? Esto se logra a través del autoconocimiento, que se refiere al proceso de conocerse a uno mismo, está totalmente relacionado con el desarrollo personal, con la capacidad de introspección que tiene una persona de reconocerse como individuo y también para diferenciarse de los demás.

Los tiempos actuales de confinamiento han venido a demostrar la importancia del autoconocimiento, ya que encontramos niños y adolescentes que no saben cómo expresar lo que sienten, lo que les sucede, generando ansiedad, angustia, aburrimiento, desesperanza, miedo, incertidumbre y desmotivación.  Un desafío para las personas que trabajan en el ámbito educativo, respecto al aprendizaje socio afectivo de niños y adolescentes, es generar situaciones que favorezcan bienestar, lo cual se asocia a la experiencia de emociones positivas.

Para poder generar emociones positivas – como se mencionó anteriormente – la base es el autoconocimiento, partiendo por la autoconciencia emocional, tomando conocimiento de los propios estados internos, recursos como las fortalezas, reconocer las propias emociones y los efectos que éstas tienen sobre nuestro estado físico, nuestro comportamiento y pensamiento.

Existen diversas estrategias para poder ir desarrollando el autoconocimiento, aquí revisaremos dos de ellas:

  1. La primera es la auto y co-evaluación de la inteligencia emocional, si bien este concepto no se encuentra definido desde la  psicología, sí es tomado en cuenta, entendiendo que la autoevaluación, no sólo es comprendida o abordada desde lo pedagógico, sino que también arranca de las teorías sobre autorregulación, como lo explica el autor Zimmerman (2000), para  aprender  a autorregular el aprendizaje, conductas a través del control que el sujeto realiza sobre sus pensamientos, acciones, emociones y motivación, entre otros aspectos. Por otro lado, la co-evaluación alude a la percepción que los demás tienen de uno mismo, es decir, entregan una valoración específica sobre un aprendizaje, conducta u actitudes.

Es fundamental comprender que todo proceso de desarrollo personal se debe partir del conocimiento profundo sobre sí mismo, lo cual implica desarrollar la atención consciente y la reflexión. Para realizar esta actividad se puede responder a las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo me veo a mí mismo en el manejo de mis emociones? Esta pregunta se podría responder realizando lo siguiente: Si tuvieras un espejo en el cual puedes verte en un día común, tomando en cuenta como has reaccionado a los acontecimientos de ese día en particular ¿cuáles serían las emociones que más te identifican? Escríbelas.
  • ¿Cómo valoro mis habilidades emocionales en las relaciones con las otras personas? Para responder a esta pregunta se puede escribir un listado con ocho fortalezas o características positivas que poseo.
  • ¿Cómo me ve mi familia en el manejo de mis emociones y en las relaciones sociales? Para esto se puede pedir la opinión a los miembros del grupo familiar, si no se pregunta de manera directa, se puede realizar como una actividad familiar, escribiendo las preguntas en una hoja, por ejemplo: una pregunta a los padres, hermanos, abuelos, etc., preguntas como ¿Creen que expreso y manejo mis emociones? ¿cómo me relaciono con los demás?
  • ¿Cómo me ven mis amigos en el manejo de mis emociones y en las relaciones sociales? Para esto preguntamos a nuestros amigos, siguiendo las preguntas del punto anterior.

Si nos damos cuenta, estas preguntas nos ayudarán a conocer desde el ámbito individual, familiar y social, la percepción que tenemos y tienen de nosotros en estos aspectos.  Esta actividad es muy valiosa, ya que estamos acostumbrados a identificar lo negativo de nosotros, más que lo positivo como nuestras fortalezas. Estas preguntas nos permitirán ampliar nuestra mirada al prestar atención a las semejanzas y/o diferencias entre las apreciaciones.

2. La segunda actividad es la bitácora emocional. Desde un enfoque narrativo se debe tomar en cuenta que cada vida, cada experiencia es una historia. Ésta es una estrategia que consiste en registrar nuestras emociones en un papel, computador u otro medio. Ayuda a reflexionar, a recordar situaciones vivenciales, a tomar conciencia de nuestras sensaciones e identificar nuestras emociones. Podemos reconocerlas a través de diversos ejercicios, como oír una canción y poner atención a cómo reacciona nuestro cuerpo, un ejercicio de respiración, visualización o la reflexión. Es un espacio para uno, donde podemos sincerarnos, conocernos y expresarnos.

Para poder llevar a cabo estas estrategias, sólo necesitamos una hoja y un lápiz. Los invito a dejar 10 minutos de este día y poder realizar una de estas actividades, la mejor inversión de nuestra vida, somos nosotros mismos.