Convención, expresión sublime de debate y participación
4 de septiembre, fecha culmine del proceso constituyente. Ahora que en ceremonia publica el poder constituyente entregó la propuesta del nuevo texto constitucional luego de un año de intensas y apasionadas deliberaciones, nos queda a nosotros informarnos y participar del Plebiscito de Salida.
Cuentas más, cuentas menos, el proceso que ha vivido nuestro país constituye una expresión sublime de transparencia, participación, debate y confrontación de posturas entorno al pacto político que debe gobernarnos durante algunos lustros. La historia juzgará, en su momento, los apasionados y en ocasiones virulentos intercambios de opiniones entre los y las convencionales, que desde sus particulares puntos de vista aportaron a la construcción del texto final.
El efecto comunicacional de esta inédita construcción normativa deja entrever la necesidad de reponer en la formación sistemática de nuestros niños, niñas y adolescente – también la comunidad adulta debiera formarse en estas cuestiones esenciales, para la convivencia civilizada- la necesaria educación ciudadana que impregnada de vigorosas oportunidades de aprendizaje en lo político, desde la perspectiva de las cuestiones que ocurren en el seno de la polis, aporta en el proceso de madurez que cada comunidad precisa a la hora de enfrentar debates colectivos como al que asistimos hoy en nuestro país, comunidades alejadas de la cuestión publica permiten que campee el partidarismo y repliega visiones que en muchas ocasiones entienden la realidad desde las necesidades de la gente y no a partir de supuestos que configura un determinado sector partidario, el interés general resulta ser la expresión de las necesidades colectivas y esas deben canalizarse de la forma más genuina posible dentro de una democracia participativa, por cierto.
Hemos observado como un conjunto de personas, genuinamente, exponen al país sus aspiraciones de modificar el sistema político, ampliar el catálogo de derechos fundamentales, crear nuevos servicios públicos que atiendan necesidades emergentes, reconfigurar la forma estructura y funcionamiento del poder jurisdiccional, atribuir mayores competencias a la Contraloría General de la República, reconfigurar el rol de las FFAA, conferir mayor espacio de participación en las decisiones a las comunidades y autoridades comunales y regionales, en fin. Y, de otra parte, nos podemos notificar de un grupo importante, a lo menos comunicacionalmente, qué si bien estuvo por la idea de modificar la actual carta fundamental, ha tornado en crítico de lo que hasta hoy está presente en el borrador de la propuesta de nueva Constitución.
Pues bien, la oportunidad de asumir los cambios propuestos o mantener la actual normativa constitucional está en nuestras manos. Ese acto, deliberativo, cobra la mayor trascendencia en lo personal y por sobre todo en lo colectivo. Por el bien de Chile, expresemos nuestra voluntad habiendo agotado, sincera e informadamente, la energía intelectual y reflexiva. La ocasión así lo clama.