CHILE HABLÓ
Chile habló este domingo 4 de septiembre en las urnas. Y es que, frente a los resultados del plebiscito constituyente de salida y lo contundente de los resultados en favor del Rechazo, nos debe llevar a reflexionar como país, sin revanchismos ni odiosidades, pero donde la imposición del 61% sobre el 32% de las preferencias no puede pasar inadvertido sin que rescatemos adecuadamente las lecciones ni tampoco se caiga en lecturas erradas ni subjetivas.
Lo primero es entender que el resultado se logró configurando una alianza electoral (pragmática) que va desde los electores de derecha a izquierda, así de transversal, que cruzó votos como pocas veces en la historia, con ello las barreras de lo ‘posible’ -políticamente hablando- fueron desplazadas.
Este triunfo no es entonces de un sector u otro, sino que de un número de ciudadanos que traspasó esa tradicional frontera política, para inclinar su decisión en un común denominador que los unió y que se reflejó en la opción Rechazo.
Con una participación ciudadana por sobre el 85%, este plebiscito borró de un plumazo las aprehensiones que existían sobre la participación y la legitimidad que esto traería. El electorado acudió en masa a entregar su opinión con su voto, lo que, a la luz de lo ocurrido, levantó nuevamente la construcción de que habló y fuerte la denominada ‘mayoría silenciosa’.
A su vez, esto incluso se vio reflejado en aquellas comunas con mayor población indígena a lo largo del país, las que se inclinaron por rechazar el proyecto constitucional en su totalidad.
Como ejemplo, solo citar el caso de Alto Biobío, donde el 84,2% de la población es indígena y la opción Rechazo alcanzó el 70,75% de los votos versus los 29,25% del Apruebo. Asimismo, habría que preguntarse si esta altísima participación fue la reacción de los chilenos ante una propuesta que no era de su preferencia o bien, solo la ‘obligatoriedad’ hizo lo suyo.
Creo que una de las grandes lecciones que debemos rescatar, es aquella que nos invita a abandonar las superioridades éticas y morales, esas que cada tanto salen a relucir para presentar las realidades sociales a modo de construcciones maniqueas, dicotómicas, basadas precisamente en dichos atributos en particular.
Es tiempo donde la prudencia y el equilibrio han hablado, creo que se debe dejar de lado de una buena vez las miradas de ‘buenos y malos’, cuidando el lenguaje, donde se entiende que Chile existe a pesar de nuestras diferencias y no gracias a ellas. Este punto creo que es fundamental para el actual y futuros Gobiernos, no atenderlo sería una lección no aprendida.
Finalmente, hay que recordar que la historia chilena la venimos juntos escribiendo, con sus errores y aciertos, desde 1818 en adelante, hay camino recorrido, pero fuimos, somos y seguiremos siendo una nación fuerte y pujante, con tantos sueños como anhelos por alcanzar, donde con todos (y no contra todos) es que como seguiremos avanzando. Chile habló fuerte y claro este domingo 4 de septiembre.