Todos los cambios producen impacto en nuestro mundo interno. El cambio de estación, dado por el equinoccio de otoño, también. Si bien, aún el sol alumbra, se comienzan a hacer más cortos los días y más largas las noches, las temperaturas comienzan a decaer y las mañanas y noches son más frías.

En esta época, pueden surgir sentimientos depresivos y tienden a activarse desajustes psicológicos como los trastornos bipolares.

Esto puede tener muchas causas. Una de ellas es la biológica. Efectivamente, en esta época comienza a haber menos luz, lo que tiene efecto específico en el sistema nervioso de las personas. Otros son elementos ambientales. Hay menos tiempo para divertirse, se está más involucrado en lo cotidiano y las vacaciones están lejos. De la misma manera, elementos afectivos influirían: la monotonía, el aburrimiento y el estrés. Por otro lado, a nivel cognitivo, la mayoría de las personas tiende a centrarse en lo que pierden, no logran ver que esta época tiene belleza y elementos positivos.

Hay que rescatar los aspectos positivos del otoño, pero también hay que revisar los registros del verano para recordar y revivir los momentos positivos y alegres, ya que hace que el sentimiento general cambie.

También, cultivar sentimientos positivos, como la gratitud, la armonía, la aceptación, la persistencia, el compromiso, entre otras, ayuda a percibir mayor sentimiento de felicidad en la vida, ya que son fortalezas del sujeto que le permiten ser resiliente a los sentimientos negativos y malestares de la vida. Además, produce un efecto de apertura a los sentimientos positivos. ¡A disfrutar del otoño!