Baby Lead Weaning: alimentación complementaria guiada por el bebé

Según la OMS, la introducción de alimentos complementarios debe ser segura, oportuna y adecuada, y comenzar después de los seis meses una vez que la lactancia materna exclusiva esté establecida al 100%, pues como su nombre lo indica es un complemento al alimento principal del bebé que es la leche materna hasta que mamá lo decida.

Tradicionalmente, en la mayoría de los países, los bebés inician por primera vez la introducción de alimentos sólidos mediante la alimentación con cuchara, a diferencia de otros como el nuestro que comienza pero en consistencia papilla. Además de este enfoque tradicional, hoy existe una tendencia que se ha ido instalando como método alternativo a la introducción de alimentación no láctea llamada Baby Lead Weaning (BLW), que es el destete dirigido por el bebé; un concepto iniciado en el año 2000 que reconoce y respeta los instintos, las habilidades y el deseo de autonomía.

El BLW se ha propuesto como una manera relajada de incorporar al lactante al patrón familiar de alimentación. Se proporcionan alimentos saludables en un formato que le permite al bebé recogerlos, explorarlos y comerlos si lo desea. Las horas de comida se comparten, de modo que todos comen alimentos que tienen el mismo aspecto y los adultos pueden modelar elecciones de alimentos saludables y un comportamiento apropiado.

La introducción de alimentos en este periodo además de ser un medio de incorporar al lactante al contexto familiar, es también una ventana de oportunidad de prevenir enfermedades crónicas a futuro. La diversificación alimentaria forma parte del círculo intergeneracional de la alimentación saludable y la prevención de enfermedades. Este período es un momento de suma importancia, ya que no solo se trata de un gran cambio en la rutina del lactante, sino que también se asocia con el desarrollo de preferencias alimentarias, conductas alimentarias y peso corporal en la infancia y también en la adolescencia.

Los lactantes que han tenido la oportunidad de exponerse a diversos alimentos saludables desde el inicio de la alimentación complementaria tienen mejores hábitos nutricionales en su infancia y por extensión en la vida adulta, lo que impacta positivamente en la prevención de enfermedades crónicas. Por tanto, la alimentación durante los dos primeros años de vida es fundamental para el desarrollo pleno del ser humano.

Desde su implementación se le han adherido ciertas ventajas a este tipo de alimentación complementaria, como el que favorece la autonomía del niño, le permite participar de la comida familiar, estimula la masticación y disminuye el riesgo de sobrealimentación y de obesidad, pues son los mismos bebés quienes autorregulan las cantidades que ingieren.

Sin embargo, también se han descrito ciertos riesgos y desventajas, que aún están en discusión, la literatura actual sobre BLW tiende a descartar los riesgos de asfixia por atragantamiento, consumo inadecuado de energía, déficit en el crecimiento o insuficiencia de hierro o zinc, reportados como desventajas en los inicios de esta modalidad.

La evidencia existente permite concluir que la excesiva dependencia de los alimentos blandos contribuye a un crecimiento facial deficiente y a un mayor riesgo de problemas dentales, respiratorios y auditivos. Por otra parte, la alimentación de consistencia papilla o semilíquida promueve una rápida deglución, sumado a la alimentación con cuchara proporcionada por un adulto (cuidador), tiene el potencial de conducir al consumo excesivo de alimentos. A diferencia de la masticación, que al parecer tendría un papel importante en la regulación del apetito.

Por lo tanto, como enfoque para la introducción de alimentos complementarios, BLW parece ser adecuado, ya que ha demostrado que muchas de sus características, como las comidas compartidas en familia, una adecuada nutrición, la capacidad de respuesta al apetito del bebé y un entorno de alimentación agradable, contribuyen de forma independiente a una alimentación saludable y a un comportamiento positivo a la hora de comer.

Además, se considera que podría fomentar un período más largo de lactancia materna exclusiva y la introducción de alimentos sólidos a la edad recomendada que es alrededor de 6 meses, así como promover la variedad de lo que se ofrece a los bebés en términos de alimentos y texturas.