Hablar de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) usualmente está relacionado a la población femenina en etapa adolescente, no obstante, debemos comprender que esta problemática es transversal a edades, género o sexo. Los TCA son descritos como una patología psiquiátrica que altera el comportamiento alimentario, manifestándose de diferentes maneras dependiendo del diagnóstico, en general se caracterizan por temor a la ganancia de peso y eso lleva a mecanismos poco equilibrados para mantener o disminuir el peso, tales como ayunos prolongados, uso de medicamentos sin prescripción médica, ejercicio excesivo, inducir el vómito, etcétera.

Las consecuencias de los TCA involucran alteración de la salud física, entorno social, familiar, educativo, entre otros, no obstante, el tratamiento y seguimiento es fundamental para evitar complicaciones mayores o mortalidad asociada. En este sentido, el aumento de casos en etapa adulta nos habla de la mayor presencia de factores de riesgo, sobre todo la valoración del aspecto físico que socialmente construimos, asociando las posibilidades de éxito profesional y personal al peso corporal, relacionar la felicidad o el afecto como dependientes del peso corporal, entre otras creencias.

Rol de la sociedad actual:

Al analizar nuestro entorno podemos darnos cuenta de varias características de la sociedad actual que podemos vincular a este aumento de TCA en población adulta, principalmente estar en un entorno que valida conductas de riesgo para alcanzar el “peso ideal”, por ejemplo recurrir a dietas de moda, que carecen de evidencia, altamente restrictivas y que por lo general se traducen en un aumento de la ingesta de alimentos por la restricción asociada, lo que genera mayor frustración por no conseguir la baja de peso que buscan. Por otro lado, y muy importante, es la masificación de las redes sociales, desbordadas de críticas que apuntan a lograr el “cuerpo perfecto” como algo necesario para ser aceptado en contextos educativos o laborales, contenido que impone desafíos para la pérdida de peso de manera abrupta y lejos de considerarse como algo saludable. Estos aspectos pueden generar distorsión o alteración en la percepción de la imagen corporal, de esta manera fomentar conductas de riesgo para disminuir aún más el peso corporal.

¿Qué hacer?

Estar consciente de lo que generamos en los demás debe guiar nuestro actuar diario, evitar referirnos a las personas por su aspecto o condición física y potenciar estados de bienestar, además de transmitir a los niños y adolescentes conductas saludables y de respeto al cuerpo, aceptando todas las formas en las personas con las que convivimos día a día, manteniendo un uso responsable de las redes sociales y otros medios de comunicación.