Aportes de la Psicopedagogía en el proceso de aprendizaje del ser humano
La Psicopedagogía a nivel nacional e internacional es relativamente reciente. Desde el comienzo ha estado ligada al ámbito educacional, no solo desde el punto de vista de la investigación científica como ciencia aplicada, sino como carrera de educación superior.
En Chile, la Psicopedagogía nace en la segunda mitad de los años 70’ con la promulgación de algunas leyes que permitían el desarrollo de la profesión, en primera instancia emplazados principalmente en los servicios de psiquiatría y neurología infantil.
Posteriormente, en los años 80’ algunas casas de estudios, tanto públicas como privadas, comenzaron a dictar la carrera con la finalidad de hacer visible la necesidad país de un profesional del área que se dedicara exclusivamente al estudio de los comportamientos humanos en situación de aprendizaje en todas sus dimensiones.
Una de las etapas de la vida más complejas del ser humano y que desde el punto de vista de las teorías del desarrollo, tienen estrecha relación con la salud mental o el estudio de la psicología educativa. Para el año 2050, se conoce que las cifras oficiales aumentarán a casi el doble en el año, es decir, unas 135 millones de personas padecerán algún tipo y grado de trastorno mental a nivel mundial.
Desde esta mirada, se hace imprescindible el papel que juega el psicopedagogo en el ámbito del aprendizaje, la salud mental y el bienestar emocional de todo individuo, pues como profesionales son partícipes activos en la estimulación de los procesos cognitivos de los niños, adolescentes y adulto mayor.
De hecho datos aportados por el propio MINSAL, sugieren que alrededor de un 22% de la población presenta este tipo de patologías. Una realidad que no deja de ser importante para los próximos años y que se pretende enfrentar a través del nuevo plan de salud mental del 2017-2025.
Dificultades en la atención
Dentro de los procesos cognitivos que se ven afectados con mayor frecuencia, tanto en la etapa escolar como la adultez, son los problemas de atención y concentración. En esta etapa la evaluación suele ser tardía debido a la confusión con otros cuadros clínicos y por ende, la intervención especializada de esta necesidad suele ser postergada.
Esta intervención no tiene que ver solo con el tratamiento médico a través del mecanismo farmacológico, sino que también como desde la intervención psicopedagógica aminoramos los aspectos centrales de la vida familiar, social y laboral “que ayuden al paciente y a su entorno a desenvolverse en forma adecuada en su vida cotidiana” tal como lo señalan Roizblatt, Bustamante y Bacigalupo (2003).