Una particular experiencia vivieron Andriana y Anselmo, adultos mayores que llegaron al Parque Quinta Normal con la finalidad de observar distintas especies de aves. Durante las tres horas que duró el paseo, la pareja logró identificar un total de 13 aves, muchas de las cuales nunca habían visto o no sabían sus nombres. “Al principio el uso de los binoculares fue un poco difícil, pero cuando lograron adaptarse a ellos la experiencia mejoró:’¡el Zorzal, tan pequeño, se ve grande como una gallina’, indicaban”, cuenta Sharon Montecinos, ingeniera en Recursos Naturales y guía de esta iniciativa.

La actividad fue organizada por la Facultad de Ciencias de la UST, el Programa de Apoyo al Adulto Mayor y Migrantes (CEAMI UST) y la Red de Observadores de Aves (ROC) y tuvo como objetivo generar un espacio de participación y aprendizaje para adultos mayores que están comenzando a conocer el mundo de las aves, invitándolos a desarrollar habilidades básicas asociadas a la observación de este grupo de fauna y acercando la biodiversidad a las personas, independiente de su experiencia y edad.

“Para los adultos mayores, compartir tiempo y espacio en actividades vinculadas con el medio ambiente además promueve su autovalencia y puede reforzar su motricidad nutriéndolos física y emocionalmente”, señala Sharon Montecinos.

Montecinos comparte su experiencia: “Nos acercamos a la laguna del parque donde pudimos observar golondrinas chilenas volando con su agilidad habitual, costó verlas, pero luego hasta un par de golondrinas de dorso negro nos permitieron verlas más de cerca”, relata Montecinos.

“Un trabajador del lugar nos dijo que había escuchado a carpinteritos atrás del Museo de Historia Natural, no estábamos seguros de ir a buscarlo o no, pero al preguntarle a la pareja, nos respondieron decididamente que fuéramos a ver si lo encontrábamos. Su entusiasmo alegraba la caminata. Un chercán cantó para nosotros luego de llevar comida a su nido, también un cachudito nos saludó, y en lo alto de un árbol pudimos registrar dos Tiuques”, finaliza.

Beneficios del contacto con la naturaleza

En Japón, la técnica Shinrin Yoku es una práctica que busca terminar con el estrés y consiste en caminar por la naturaleza con los cinco sentidos activos, con el objetivo de mejorar la salud, el bienestar y la felicidad. El término viene de su principio más importante: es beneficioso bañarse y sumergirse en la atmósfera del bosque.

Algunos estudios demuestran que interactuar con la naturaleza disminuye la actividad del córtex prefrontal, la parte del cerebro donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones. «En cambio, la actividad se desplaza a otras partes del cerebro relacionadas con la emoción, el placer y la empatía, características más próximas a la creatividad que a la productividad» (Reserva Biosfera Araucarias).