¿Qué es la Neuropolítica y cómo su utilización puede influir en el éxito o fracaso de las campañas electorales?

Alfredo Sherrington, jefe de carrera vespertino de la Escuela de Psicología de UST Viña del Mar, explica este concepto que se refiere al estudio del comportamiento de las personas al tomar decisiones políticas.

Neuropolítica: concepto relativamente nuevo que se define como una especialización de la neuroeconomía, que estudia neuropsicológicamente el comportamiento de las personas al tomar decisiones en el ámbito político. En otras palabras, significa que podemos medir qué pasa en nuestro cerebro cuando tomamos decisiones políticas. Y poder manejar esa información se vuelve cada vez más importante para los candidatos presidenciales, por ejemplo.

Alfredo Sherrington, jefe de carrera vespertino de la Escuela de Psicología de UST Viña del Mar, explica que “hoy el uso de nuevas tecnologías, nuevos modelos de comportamiento humano y nuevos modelos de toma de decisiones, permiten acercarse desde un enfoque integrador, como la neuroeconomía, e integrarla al mundo de las decisiones políticas, no sólo partidistas, sino de todos quienes conformamos la politeia. Así es posible conocer qué sucede neuropsicológicamente en los ciudadanos en el mundo político”.

“Incluso el Premio Nobel de Economía 2017, Richard Thaler, sigue la línea marcada por Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía 2002) sobre la toma de decisiones, indicando que los factores de racionalidad económica, la percepción de justicia y la falta de autocontrol son variables significativas al tomar decisiones en los seres humanos. ¿Cómo se reflejan estas variables en el comportamiento y decisiones políticas? Si un candidato conoce estas variables, podría estructurar un discurso o campaña política que haga que el cerebro se sienta en menor incertidumbre, más justo y con mayor control en las decisiones del gobierno, agrega el académico respecto a la importancia de la neuropolítica y el neuromarketing en la relación que intentan establecer los candidatos con sus potenciales votantes.

¿Para qué sirve la neuropolítica?

Como se señala anteriormente, la neuropolítica permite medir qué sucede en el cerebro cuando tomamos decisiones de carácter político. Esta información es útil no solo para los candidatos a algún cargo, sino también para los votantes, que de esta manera pueden entender su propio comportamiento. “¿Es posible que algunos votantes voten por alguien que no les gusta emocionalmente, pero les parece mejor desde el pensamiento racional?”, se pregunta Sherrington, agregando que esto podría explicar porqué un candidato ganador baja su apoyo tras su elección.

“Sobre el cuestionamiento a las encuestas, podríamos conocer si las personas dicen elegir una opción A, pero su cerebro nos muestra que les agrada la opción B. Por ejemplo, digo una respuesta socialmente correcta, pero internamente mi cerebro me dice que le agrada otro candidato. Esto podría explicar la falla en las encuestas tradicionales”, aventura el académico de la Escuela de Psicología de UST Viña del Mar.

Otro ejemplo: “Votar o no votar, ¿es más emocional que racional?, ¿qué emoción motiva a votar o no votar?, ¿las personas pueden votar por alguien que emocionalmente no les agrada?, ¿qué temas son los que más afectan neuroemocionalmente a las personas en las decisiones políticas?, ¿existen diferencias neuropsicológicas a la hora de votar por un candidato, según variables de edad, sexo, socioeducacional, socioeconómicas, etcétera?”

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Campañas políticas y neuromarketing

La neuropolítica entrega información que puede ser clave para estructurar las campañas electorales. De ahí que en los últimos años haya cobrado una relevancia mayor en el mundo político, pues los candidatos pueden encontrar fórmulas más eficientes para lograr empatía con sus potenciales votantes.

Sherrington explica que “el neuromarketing político utiliza conocimientos neuropsicológicos para desarrollar campañas. En las fotografías, por ejemplo, la elección de color de fondo, la sonrisa, los ojos con mayor brillo, generan en nuestro cerebro mayor sensación de agrado”. Esa sola sensación podría inclinar la balanza para elegir a un candidato por sobre otro.

El docente agrega otro dato: el hablar mal de un rival o resaltar sus características negativas podría incluso ser una buena estrategia “ya que el cerebro toma atención a los aspectos que considera negativos o ‘riesgosos’ antes que los aspectos positivos de las situaciones. Además, los aspectos negativos duran más tiempo en nuestro cerebro que los agradables”. Muy relacionado con esto aparecen las “campañas del terror”, que también tienen una explicación desde la neuropolítica. “Acá, los candidatos prefieren fijar su discurso en lo terrorífico que será si no son ellos los elegidos, en vez de indicar los aspectos favorables de su elección. El miedo significa cerebralmente y socialmente un gran elemento a ser considerado”, dice.

Para finalizar, Sherrington concluye que “el uso de neuromarketing político puede entregar datos sobre los temas de interés neuropsicosociales de las comunidades. Esto significaría que un candidato que toque esas temáticas que más afectan cerebralmente a los ciudadanos, sea percibido como más cercano a ellos y sus necesidades”.