La elección que determinó el futuro de la Constitución Política de Chile, propició este conversatorio donde se discutió en torno a las características sociales y ecológicas que debieran ser consideradas en su confección.

Un nutrido panel de expertos se reunió de manera virtual para desarrollar el conversatorio “Principios socio-ecológicos para una Nueva Constitución”, organizado por la Facultad de Ciencias de la UST.

La instancia analizó los aspectos relacionados con la sociología, la ecología y todas las disciplinas relacionadas con la conservación y el manejo racional y sustentable de la naturaleza, que debieran ser considerados en el cambio a la Constitución. Rodrigo Medel, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, sostuvo que “hemos vivido durante décadas bajo un esquema extractivista con sistemas de regulación que han demostrado ser absolutamente ineficientes”, criticando de paso que ninguna medida está orientada hacia la protección de la naturaleza y un desarrollo sustentable. “Muy por el contrario, se ha privilegiado la inversión de capitales con escasos o nulos sistemas de control y regulación y, los pocos que hay, han sido homogéneos a lo largo de todo el país, con un marco regulatorio débil, que ha resultado ser insuficiente, en parte porque no ha reconocido la heterogeneidad de nuestro país, agregó.

A la hora de señalar los tipos de dominios teóricos relevantes para ser considerados en la elaboración de una Nueva Carta, Medel fue enfático: “Es absolutamente necesario recurrir y apelar a los sistemas locales”, porque no es suficiente con dictar un marco general centralizado que pudiera ser aplicable a lo largo de todo Chile, afirmó.

Rodrigo Estévez, investigador del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CiiCC) de la UST compartió la visión y puso acento en la vinculación entre bienestar humano y servicio ecosistémico para que la futura Constitución asegure a futuro los servicios ecosistémicos que la naturaleza provee: “Tiene que recoger esta diversidad de enfoques y tiene que considerar principios filosóficos, históricos, sociales, culturales, pero también biológico y ecológico”, apuntó.

Por su parte, Tamara Contador, investigadora asociada de la Universidad de Magallanes y coordinadora de investigación del Parque Etnobotánico Omora, coincidió: “Me parece muy importante lo planteado desde el punto de vista de los servicios heterogéneos, porque eso nos lleva a mirar hacia un proceso de descentralización”. De paso, de cara al proceso constituyente, hizo un llamado a no ver la naturaleza sólo como un servicio:

“Un cambio paradigmático sería no sólo pensar en el mantenimiento de la naturaleza para que las próximas generaciones tengamos acceso a los servicios que ella provee, sino que sea una relación recíproca, donde las diferentes especies no humanas (plantas, hongos, invertebrados, vertebrados), tienen un valor en sí mismas».

Una Constitución de todos y para todos

La investigadora Centro de Investigación y Estudios en la Familia, Trabajo y Ciudadanía de la UST, Pamela Caro ofreció una visión más social, abordando la desigualdad. “Soy parte de una generación que está observando estos problemas hace 30 o 40 años y que de alguna manera los habíamos naturalizado, como adaptándonos a una cierta realidad diagnóstica que tiene características de degradación, de concentración de la propiedad, de la tierra y del agua, basado en un modelo extractivista, en un modelo económico y político que se orientó al monocultivo y a la pérdida de biodiversidad”, sostuvo, en línea con los planteamientos de Rodrigo Medel.

La investigadora propuso que -desde la perspectiva socioecológica- la Nueva Constitución incorpore el principio de participación (diálogo social, negociación entre actores y búsqueda de consensos desde la diversidad), la ética del cuidado de la naturaleza, el diálogo intergeneracional y el enfoque de derecho.

Estévez posteriormente adelantó que un tema central en la discusión constituyente es la dicotomía entre los bienes privados y los bienes públicos y alentó en el sentido de que “existen figuras reales en Chile donde las comunidades han administrado sus recursos de un modo sustentable durante cientos de años. Ahí es de donde tenemos que aprender y buscar respuestas”.

En la misma línea, Medel complementó que

“es pertinente no sólo descansar en la administración y planificación local, sino que también la existencia de un sistema de ecualización, de modo que sea explícita la demanda y la fuerza que van a estar recibiendo las comunidades locales y todas las organizaciones sociales en aquellos lugares donde existen estas riquezas naturalmente más demandadas por los grandes conglomerados económicos”.

“Sería maravilloso que esta Nueva Constitución tuviese una mirada multicultural, plurinacional e intercultural, y que exista la justicia desde los distintos puntos de vista en un mismo nivel”, propuso Contador.

Caro apuntó a la visión dicotómica de la sociedad donde siempre hay una hegemonía de algo que es mejor que otro, porque se ha asignado una valencia diferencial y se ha subvalorado uno de los polos (rico-pobre, joven-viejo, hombre-mujer, etc). Y en esta conversación en torno al nuevo proceso constituyente, propuso un cambio de mentalidad: “Cuando uno dice ‘acoger la opinión disidente o diversa’, tiene implicancias muy concretas y nos desafía individual y socialmente a hacer un cambio de chip y empezar a escuchar y reconocer a los que no han tenido la posición privilegiada y de poder”.

El académico de la Universidad de Chile calificó esta última sentencia de la investigadora como “crucial” y concluyó diciendo que “el problema ecológico se vincula directamente con el tema social, y por lo tanto es un tema político. Y lo que tenemos ad portas es la posibilidad de hacer una transformación política importante, de reflexionar acerca del tipo de sociedad que queremos, de cuáles son las medidas que nosotros consideramos importantes para los tiempos que vienen”.