Gracias a la implementación de los Programas de Integración Escolar (PIE), el nivel de empleabilidad de estos profesionales ha ido en constante crecimiento.

Cien por ciento de empleabilidad. Es la realidad actual de la carrera de Educación Diferencial, muy requerida en los últimos años gracias a la Reforma Educacional Inclusiva y en particular a los Programas de Integración Escolar (PIE), que han generado la necesidad en los establecimientos educacionales de contar con profesionales que asesoren y coordinen las distintas acciones para trabajar con niños con Necesidades Educativas Especiales (NEE).

“Nuestro rol ha cambiado”, dice Patricia Estay, jefa de la carrera de Educación Diferencial de UST Viña del Mar, recordando también que esto obligó a un rediseño de la carrera hace algunos años. El gran responsable de este nuevo escenario es el Decreto Supremo 170/2009, que fija las normas para determinar qué alumnos con NEE serán beneficiarios de subvenciones para Educación Especial. En la práctica, esto implica que la evaluación de esos niños involucra a más profesionales.

“Este cambio paradigmático tiene tres líneas: el educador diferencial se convierte en asesor pedagógico, trabajando con el profesor de aula distintas estrategias para diversificar la enseñanza; también trabaja colaborativamente, coordinando las distintas acciones para enfrentar esas necesidades educativas; y además tiene el rol de sensibilizar a la comunidad en la atención a la diversidad”, explica la académica.

Programas de integración escolar

La alta empleabilidad está relacionada también con nuevos desafíos para la Educación Diferencial, ya que ahora debe cubrir todas las necesidades educativas. “Debemos ser profesionales preparados para esa exigencia, los mismos decretos nos están pidiendo eso ya que el Ministerio de Educación pide incorporar un educador diferencial en los planes de mejoramiento y en los Programas de Integración Escolar”, agrega.

Otro punto a considerar es que los planteles particulares subvencionados también están incorporando los PIE, abriendo más ofertas laborales para los educadores diferenciales. Así las cosas, los educadores diferenciales están llamados a convertirse en líderes de este nuevo escenario. “Eso sería lo ideal, que nosotros coordináramos todo el trabajo con fonoaudiólogos, con psicólogos, con los padres y apoderados, que nos transformemos en un real asesor pedagógico.”

Educación Inclusiva en tránsito

Sin embargo, este escenario que parece ideal, también tiene algunos obstáculos. Y es que como bien señala Patricia Estay, todos estos cambios aún están en marcha “y en lo personal veo que actualmente nos vemos remitidos casi a un rol asistencial”.

“La educación inclusiva está en tránsito todavía. A nivel nacional recién estamos entendiendo lo que es la cultura inclusiva y si no la entendemos, difícilmente vamos a poder implementarla en los establecimientos educacionales. Actualmente lo único que hay es este rol asistencialista, no hay trabajo en equipo y eso tiene que ver también con la sobrecarga del profesor básico. Trabajan con 40 niños en jornadas completas de 44 horas donde solo pueden hacer asignaturas instrumentales porque les piden rendimiento para Simce o PSU. Así se hace complejo innovar”, dice.

“Por eso digo que el tema está en pañales. Primero veamos las condiciones del sistema educativo para ver si está preparado para recibir a niños con necesidades especiales. Hoy, más que aportar estrategias, terminamos ejerciendo un rol asistencial y no entregando la asesoría pedagógica para diversificar la enseñanza”, resume.