Aníbal Vial Echeverría:

“Los profesionales de la UST se distinguen por su compromiso ético”

El ex Rector de la Universidad Santo Tomás hizo un repaso de los principales avances de la casa de estudios y su aporte al país, destacando el sello valórico que identifica a sus egresados.

Este año 2018 se celebra el 30° aniversario desde la fundación de la Universidad Santo Tomás, un hito en el desarrollo del sistema de educación superior chileno. En este período, la casa de estudios ha pasado por distintas etapas que la ubican hoy en un lugar relevante, con más de 28 mil alumnos, 37 mil egresados y 14 sedes desde Arica hasta Puerto Montt.

En el marco de esta conmemoración, el ex Rector de la UST entre los años 2001 y 2007, Aníbal Vial Echeverría, analizó los avances más significativos de la institución en sus tres décadas de existencia. Durante su mandato resaltan diversos logros, tales como la obtención de la autonomía en 2003, el inicio de su proceso de expansión a regiones en 2004 y la acreditación institucional en 2005.

¿Cuál cree usted que ha sido el aporte de la Universidad Santo Tomás al país en estos 30 años?
Es difícil sintetizar, pero sin duda diría que el aporte más relevante para el país fue abrir un cauce y acoger a muchos jóvenes que en los años ochenta querían cursar estudios superiores y no podían. En Chile en esos años solo había ocho universidades, con una oferta muy restringida y para un sector reducido de chilenos. La UST vino a llenar ese vacío y satisfacer una legítima aspiración, lo cual sin duda ha sido muy beneficioso para Chile. Hoy son miles los profesionales en todo el país que, siendo primera generación con estudios en la universidad, trabajan exitosamente en los más diversos campos profesionales y técnicos.

En específico, ¿cuáles han sido los pilares sobre los cuales ha construido su Proyecto Educativo?
En la UST se ha enfatizado siempre la educación de profesionales con un sello claro en la formación humana y cristiana a la luz del pensamiento de Santo Tomás de Aquino, su Patrono e inspirador. Eso se expresa claramente en el reconocimiento de la persona como visión central, en el amor a la verdad que se cultiva, en aprender a hacer las cosas bien, con espíritu de servicio y con sentido de bien común. Estos altos valores han presidido y presiden el quehacer universitario; son sus pilares esenciales. Lo más relevante en este sentido, mirando los treinta años de historia, diría que es la fidelidad que la institución ha mostrado a este ideario y cómo ella ha ido creciendo y constituyendo con ello un poderoso sello institucional.

¿Cómo describiría a los profesionales de la UST?
Yo diría en este sentido que lo más relevante es que se distinguen por su compromiso ético, algo que reconocen los propios ex alumnos, ya incorporados al mundo del trabajo, como una fortaleza suya diferenciadora. La UST se despliega por todo el país y este espíritu es transversal. Basta ir a cualquiera de sus sedes y se advierte este clima integrador, un buen ambiente.

¿Cuáles fueron los hitos que marcaron su período al mando de la UST?
Sin duda, lo primordial, lo más relevante, fue constituir un gran equipo con el cual fuimos capaces de posicionar a la UST como un referente en todo Chile. Luego, en una primera etapa, hubo necesidad de fortalecer internamente la institución, tanto en la definición de asuntos esenciales como en la incorporación de más y mejores profesores, equipamiento de bibliotecas y laboratorios, y mejoras en infraestructura. También, nos sometimos más adelante exitosamente al proceso de acreditación institucional y, luego, vino la ampliación de nuestra acción en regiones, creamos nuevas Facultades, iniciamos el Congreso Católicos y Vida Pública y fortalecimos la Red Icusta. En ese contexto, contribuimos a crear una Universidad con el nombre de Santo Tomás en Mozambique, África, entre muchas otras cosas.

¿Cómo ve hoy a la UST?
Lo que más valoro es la fidelidad con que la Universidad ha seguido desarrollando su Proyecto Educativo, cada vez más orientado en la dirección de forjar en los alumnos no solo competencias profesionales o técnicas específicas, y hacer eso muy bien y cada vez mejor, sino también entregando con mucha seriedad a todos los alumnos una formación general muy adecuada al mundo en el que vivimos, una educación para la vida y que es ampliamente reconocida por los empleadores. Es lo que antes yo refería como compromiso ético.

¿Cuáles son los principales desafíos que debe enfrentar a futuro?
En relación a desafíos futuros, quizá el más difícil es mantenerse fiel a su inspiración más profunda, expresada como apuntamos en la valoración primordial, el respeto de la persona. En un plano más operativo diría que es un desafío, no del futuro, del presente, desarrollar bien la creciente relación del mundo de la educación con el mundo de la tecnología. Esto es, todo lo que cabe en el concepto de educación a distancia, el e y b learning, de los estudios vespertinos, la educación vinculada al trabajo como un continuo. Todos los avances en este frente aparecen como fascinantes, pero suponen un modelo de gestión complejo, con vital participación de los alumnos.