Alfredo Zolezzi: “Las capacidades y los talentos hay que ocuparlos con sentido, el fin no puede ser solo hacer un negocio”

Alfredo Zolezzi, fundador y director de AIC, presentó la charla “Innovación con sentido. Ciencia, tecnología y problemática social” en el reciente IV Encuentro Anual de Investigación e Innovación UST.

Alfredo Zolezzi fue uno de los invitados especiales en el IV Encuentro Anual de Investigación e Innovación UST que se realizó hace pocos días en la sede Viña del Mar de Santo Tomás. El empresario viñamarino dictó la charla “Innovación con sentido. Ciencia, tecnología y problemática social”, en la que compartió una mirada distinta sobre lo que debe ser el trabajo de investigación y desarrollo de nueva tecnología.

Frente a un aula magna repleta de académicos y estudiantes, el fundador y director de AIC (Advanced Innovation Center) explicó los motivos que lo llevaron a desarrollar el sistema de tratamiento de agua Plasma Water Sanitation System (PWSS), el cual convierte agua contaminada en agua apta para consumo. “Las tecnologías no han ido de la mano con las necesidades de la gente y a pesar de los avances la vida de los pobres no ha cambiado. El mundo de los negocios debe estar más cerca del corazón de las personas”, sentenció de entrada.

La posibilidad de tratar el agua contaminada permitiría combatir directamente la pobreza a nivel mundial, sostiene Zolezzi, quien a pesar de muchos tropiezos y respuestas negativas, ha seguido adelante con su tarea autoimpuesta.

En el Encuentro lo presentaron como “un revolucionario”. ¿Se siente en verdad así o cree que es una exageración?

“Yo soy un desconocido, el modelo de innovación que nosotros usamos y que escribimos dice que lo que habla por nosotros es el impacto que generamos. No buscamos ser conocidos, buscamos influir, pero a través de nuestro trabajo. Por lo mismo, a mí me encanta y hago lo posible por asistir cuando me invitan a actividades donde hay jóvenes involucrados. Creo que si uno puede mostrar que hay una ruta alternativa, debe hacerlo”.

Y se encontró con jóvenes que están precisamente en una edad donde deben definir cómo enfrentarán la vida laboral, qué orientación le darán a sus carreras…

“Hoy hay mucha tecnología, mucho conocimiento disponible, pero también muchas distracciones. La juventud tiene demasiadas ofertas y estímulos y hay que saber elegir, saber buscar, entender que nada es gratis… A veces uno no va a lograr lo que busca, pero algo milagroso siempre va a ocurrir”.

Usted contaba que le han cerrado muchas puertas cuando ha intentado “vender” su idea. ¿Hubo algún momento en que se cuestionara si está haciendo lo correcto?

“El cuestionamiento es permanente, yo no tengo certeza de si esto es lo correcto. Pero por una parte me hace feliz y por otra parte creo que de resultar va a impactar la vida de muchos, entonces por eso lo sigo haciendo. Pero por supuesto que al seguir una ruta tan incierta también he puesto en riesgo la estabilidad de mi familia, que es lo más valioso que tengo. Hay un equilibrio difícil de mantener, pero soy un agradecido de Dios y a pesar de todas las dificultades que he enfrentado, cuando miro hacia atrás tengo solo recuerdos felices”.

Hay un costo personal en este desafío. Usted prácticamente vive arriba de un avión.

“Las cosas no ocurren, hay que hacer que ocurran. Eso requiere estar presentando, empujando, demostrando, gestionando, etcétera. Si tú te quedas dos días quieto, son dos días perdidos. Es una labor cansadora, pero la recompensa es muy grande”.

¿En qué momento de su vida decidió seguir el camino de la “Innovación con sentido”?

“Yo siempre he sido inquieto y siempre he tenido ideas, quizás por eso estudié Diseño Industrial aunque tuve un puntaje en la Prueba de Aptitud Académica que me permitía estudiar cualquier carrera. Pero lo que me marcó fue un trabajo, un desarrollo que realicé y que fue exitoso en términos operacionales pero fue un desastre en términos de negocios. Eso me generó muchos conflictos, lo pasé muy mal porque pude haber aceptado el dinero que me ofrecía una de las partes en conflicto, pero decidí hacer lo que creía correcto y seguir adelante nomás aunque me perjudiqué económicamente. Ahí me di cuenta que las capacidades y los talentos hay que ocuparlos con sentido, el fin no puede ser solo hacer un negocio”.

¿Cómo se compatibiliza eso con el interés legítimo de toda empresa por ganar dinero?

“Siempre he tenido interés en las lucas, he tratado de cobrar y de ganar plata como toda la gente, pero creo que en un mundo donde hay 5.200 millones de personas que viven en pobreza, los que tenemos más oportunidades debemos asumir una responsabilidad. Si yo puedo desarrollar este trabajo, visitar universidades, hablar con jóvenes, debo hacerlo”.