Violencia de género: “Hay que trabajar desde la base, volver a educar sobre este tema”

Una de cada tres mujeres en Chile es o ha sido víctima de algún tipo de violencia en pareja, ya sea física o sexual, y más del 50 por ciento han experimentado algún tipo de violencia alguna vez en la vida. El tema de la violencia de género sigue en plena actualidad, como se ha visto recientemente en los medios de comunicación representada por el caso de Nábila Rifo.

Esta situación de violencia permanente ha generado un esfuerzo social y judicial que se discute ampliamente en la opinión pública. Fabiola Haro, psicóloga, docente de la carrera de Psicología  UST y magister en Psicología Jurídica y Forense, además de coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la UST Temuco, se refirió a esta discusión social.

Para contextualizar un poco este tema, ¿nos podrías explicar qué es la violencia, en términos generales?

La violencia es un patrón de conducta desadaptativo, una forma desajustada para expresar la agresividad que es propia de los seres biológicos. La violencia en sí, es propia de los seres humanos, y ocurre cuando se han perdido ciertos códigos internos, en el cual el entorno propio de la persona influye en la expresión de la agresividad.

Cuando hablamos de violencia de género, en palabras simples ¿cómo nos puedes definir este término?

Esta violencia es ejercida contra una persona sobre la base de su sexo o género, que impacta de manera negativa su identidad, bienestar social, físico o psicológico.

Refiriéndonos a los recientes acontecimientos hablamos directamente de la violencia conyugal, que es cuando existe una relación de intimidad, confianza y de compromiso afectivo; donde dentro de esta relación ocurren dinámicas desadaptativas de agresividad que involucran a esta pareja.

¿Cómo es este proceso?

Lo que ocurre en este caso es que la cultura enseña ciertas pautas de sumisión y ciertas pautas de dominios, lo que genera que haya individuos que valoran la sumisión y se nieguen a sí mismo la agresión, mientras que otros sujetos valoran la agresión y se niegan a sí mismo la vulnerabilidad.

Es lo que vemos actualmente en el caso de Nábila Rifo, donde observamos que hay una posición baja, es decir de sumisión. Ella probablemente ha integrado ciertas pautas, tanto familiares como culturales, en que como individuos busca a alguien que se encuentre en una posición de poder más alta.

¿Por qué ocurre esto?

Ocurre porque buscan una ganancia interna, ya sea protección del otro, sentirse respaldado por alguien en el entorno, y también por otro tipos de ganancias, ya sean económicas, afectivas o sociales.

¿Cómo inician los episodios de violencia en una pareja?

Los episodios de violencia parten por un proceso que es de menos a más. En relaciones sociales siempre va a existir esto, de cómo me logro relacionar con el otro, entonces el que va a ejercer la violencia, no va a llegar al punto de matar a una persona en primera instancia, parten por ciertas dinámicas verbales como “no seas tonta(o)”, “no te pongas esa ropas”, “no quiero que salgas”, entre otras. Utilizan estos discursos verbales para ver el nivel de respuesta de protección del otro.

Hablando puntualmente del caso de Nábila Rifo, ¿cómo has visto este caso y su exposición en los medios?

Está bien que sea un caso mediático, ¿pero por qué razón la víctima ha sido expuesta de esta forma a toda una nación?

La ley señala que todos tienen derecho a ver o a participar de un juicio, pero, ¿cómo no va a ser posible proteger el bienestar de esta víctima, de los hijos y también de la familia? Acá también hay un caso de violencia, es un maltrato estructural, que tiene que ver con el morbo de la gente y no existe un aparataje que proteja a las víctimas ante toda esta exposición mediática.

Hay una categoría en victimología que se llama “victimización secundaria”, que es el proceso mediante el cual la víctima recibe un daño que no está asociado directamente con el delito, sino que con el procedimiento que generan las instituciones y las personas vinculadas con el proceso de respuesta penal.

Lo que señalan varios autores es que este proceso es mucho más potente y mucho más dañino que la victimización por el delito mismo, y resulta que hasta el día de hoy nuestros procesos a nivel judicial siguen validando esto.

¿Por qué crees que la opinión pública sigue tan de cerca estos casos?

Hay que hacer un estudio científico para definir claramente esto, pero creo que hay dos variables. Hay un grupo importante que estamos siguiendo el caso, por un tema de identificación, también por un tema académico, social o desde las culturas de lucha que se están llevando; pero también hay gente que está siguiendo este caso porque todos están hablando de él, yo creo que va más allá de lo morboso.

Actualmente hay más denuncias de violencia por parte de las mujeres que de los hombres, ¿a qué se debe esto?

Según cifras por denuncias, es más potente la violencia hacia la mujer que al hombre. Aquí pueden haber dos explicaciones: la primera, es que las mujeres denuncian más que los hombres, o que realmente son las mujeres las más violentadas.

¿Cómo se puede crear conciencia sobre este problema social?

Hay que trabajar desde la base: trabajar con los niños, volver a educar sobre este tema. No sirve crear una ley de violencia si no trabajamos desde abajo primero.

Lo que pasa actualmente es que no hay un aparataje de apoyo posterior a la denuncia. ¿Qué pasa si tú denuncias y te dejan en archivo porque no hay fiscales? No existe un apoyo real a las víctimas, ni a los agresores.

¿Cuáles son los aspectos claves para apoyar a una víctima de violencia?

Primero, que la víctima pueda observar que la violencia no es algo normal y que es penado por la ley. Segundo, que no hay justificación para que un individuo te agreda al punto de perder todo tipo de ritual biológico o de adecuación al daño causado. Tercero, la contención, el apoyo y el trabajo  con la víctima y con el agresor.

¿Cuál crees que es la solución a este problema?

Aquí tienen que sentarse los tres poderes del Estado, el legislativo, ejecutivo y judicial y generar políticas públicas de cómo el gobierno va a responder a la violencia en general; luego de esto, bajar la información a nivel transversal a todas las instituciones del Estado y trabajar desde la base del problema.

Es mucho más complejo que poner una Ley de Femicidio para crear conciencia. Esta ley claro que ayuda,  pero no es suficiente, hay que trabajar en leyes que permitan dar respuestas efectivas a la prevención.

Otro punto importante es que nos empoderemos como ciudadanos y trabajemos desde la bases, desde la prevención, desde la concientización social y repensar un país que no valide ningún tipo de violencia.

 ¿El rol de los profesionales juega un papel importante en estos casos?

Sí, el rol de los profesionales es muy importante en estos casos, pero aún más importante es como ellos se desenvuelven, ya que generan un impacto social de responsabilidad que vas más allá de lo que tu profesión o la ley dice que tienes que hacer o no. Tiene que ver con tu postura como sujeto, tus principios y valores… uno antes de ser cualquier cosa es un ser humano que se relaciona con otro ser humano, hay que entender que tu respuesta y tu forma de obrar va a repercutir en la vida de una persona.

Haciendo un análisis en el caso de Nábila, vi que nosotros, los mismos profesionales hemos dejado de tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos de hacer bien nuestra labor. No basta con saber (conocimiento), sino que saber hacer las cosas, del como yo me presento a un tribunal, como me dirijo a las víctimas, como presento las pruebas. Ahí va una cuestión que va más allá del contenido y la ley, van los valores, los principios, los grados de empatía que el sujeto que está parado tiene. No están haciendo una pericia a un objeto, están haciendo una pericia a una persona, que siente y que la va a afectar el juicio en algún grado.

Este caso me ha hecho pensar mucho en la forma que estamos educando a los profesionales. ¿Los educamos para que sigan la ley y la norma al pie de la letra aunque eso genere un daño?, ¿o los educamos para que sean personas que hagan bien la pega, para que sean consecuentes con sus principios y valores?

Esa es una reflexión que como institución nos planteamos, es nuestro sello: educar a personas de bien con valores y principios, profesionales que siempre velen en primer lugar por el resguardo de la otra persona.