Clínica Jurídica de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar implementa atención a usuarios en lengua de señas

La coordinadora Mariana Rojas señala que “lo que estamos haciendo es nuestro deber, no debería ser la excepción. Aprender lengua de señas debería ser una obligación desde el colegio. Si hablamos de inclusión, esto es algo concreto”.

La Clínica Jurídica de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar implementó un nuevo servicio para la comunidad al dar inicio a la atención a través de lengua de señas para los usuarios que presenten discapacidad auditiva. Esta innovación les permite recibir asesoría en forma autónoma y en idénticas condiciones a quienes no se encuentran en esta situación, dando una nueva muestra del espíritu inclusivo que caracteriza a esta institución de Educación Superior.

La académica Mariana Rojas, actual coordinadora de la Clínica Jurídica, propició esta nueva modalidad debido a que ella realizó un curso en Cecasov Valparaíso, lo que le permite comunicarse con personas integrantes de la comunidad sorda. Y fue así como hace pocos días recibió el primer caso derivado de Tribunales en el que las dos partes pertenecen a la comunidad sorda.

“Yo estudié lengua de señas porque sentía que hay una falencia bastante grande en nuestra sociedad. No tenemos mayor llegada con la comunidad sorda y a ellos les cuesta encajar en nuestro mundo. No soy intérprete y aún no puedo llevar una conversación muy elaborada, pero sí puedo establecer una primera comunicación, que es lo que me interesa”, explica.

Respecto a este primer caso, comenta que “es una usuaria que había tratado de celebrar un proceso de mediación con su contraparte, que también es de la comunidad sorda, pero la mediadora designada no dominaba la lengua de señas ni pidió un intérprete, entonces no pudieron hacer nada. Ella pidió ayuda en su trabajo y su empleador se comunicó con el Tribunal, que le explicó que esas causas se están derivando a nuestra Clínica Jurídica. Así nos encontramos, luego yo le escribí señalándole que había hecho un curso básico de lengua de señas y le propuse comunicarnos por videollamada. Aceptó y la verdad fue muy emocionante para ella, porque por primera vez podía acercarse a un profesional con quien comunicarse efectivamente”.

 Dificultades en conceptos específicos

Una dificultad recurrente de quienes utilizan lengua de señas, es que muchas veces no pueden interpretar conceptos técnicos o muy específicos de determinados ámbitos, algo que también ocurre en esta oportunidad. Sin embargo, Mariana Rojas cree que este no es un problema de la comunidad sorda, sino de la sociedad oyente. “Creo que la lengua de señas tiene un desarrollo muy acotado aún, pero el problema es que nosotros les hemos pedido que se adapten a nuestro mundo y nosotros no nos hemos adaptado al de ellos. Eso provoca la falta de vocabulario, es muy difícil trascender una idea a la lengua de señas porque la persona sorda es más concreta, no es tan abstracta”.

La también académica de la carrera de Derecho en UST Viña del Mar señala que solicitó al Tribunal que se nombre a un intérprete de lengua de señas en esta primera causa, dado que ella no lo es y aunque lo fuera no podría ejercer ese rol porque es representante de una de las partes: “necesitamos a una persona que pueda comunicarse de manera independiente con todos quienes estén en la sala”. Y a propósito de eso, dice que en Tribunales no hay un protocolo para estas situaciones “y quizás esta sea una buena instancia para crearlo. Ya pedimos que se nombre un intérprete, aunque ellos no están registrados como peritos, pero hay una figura del Código de Procedimiento Civil que permite que el juez se asista por un experto”.

Respecto a la opción de implementar esta práctica habitualmente en la Clínica Jurídica, la docente sostiene que “en verdad, es muy relevante poder sensibilizar a la comunidad de Santo Tomás, no sólo a los alumnos de Derecho. Lo que estamos haciendo ahora es nuestro deber, no debería ser la excepción. Yo estoy feliz de poder ayudar, pero también pienso que aprender lengua de señas debería ser una obligación desde el colegio. Si hablamos de inclusión, esto es algo concreto”.