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Tomasinos de Santiago Centro abordaron la violencia en el adulto mayorEl camino que unió a dos docentes de Gastronomía y Diseño Gráfico para estudiar y titularse juntas en Psicología de UST Viña del Mar
“Nos prometimos salir juntas de la carrera y salimos juntas. Y seguimos siendo amigas, compañeras y ahora colegas”, dicen Claudia Cortez y Verónica Henríquez.
Verónica Henríquez fue por mucho tiempo jefa de carrera de Diseño Gráfico y Claudia Cortez era coordinadora de la carrera Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena. Se conocieron así, como docentes en Santo Tomás Viña del Mar, pero durante los últimos años también fueron compañeras como alumnas de Psicología en horario vespertino. Una carrera que iniciaron convenciéndose mutuamente y que tuvo su recompensa hace pocos días, cuando recibieron su título profesional.
Hoy dividen su tiempo entre la docencia y sus primeros pasos en el ejercicio profesional de la Psicología. Claudia ahora es jefa de carrera de Gastronomía y si bien el Área de Diseño ya no existe en la sede viñamarina, Verónica reparte su tiempo impartiendo los talleres de Autoconocimiento y Competencias para el Aprendizaje a alumnos de Nutrición y Dietética, Psicología y Enfermería, además de seguir ligada al Diseño como académica en otra institución de Educación Superior.
-¿Cómo se decidieron a estudiar juntas Psicología? ¿Alguna tuvo que convencer a la otra?
Verónica Henríquez: “Yo le debo la carrera en parte a mi amiga Claudia. A mí siempre me gustó la Psicología, pero no me había decidido y la Claudia me convenció, nos prometimos entrar y salir juntas de la carrera y salimos juntas. Y seguimos siendo amigas, compañeras y colegas, así que hay ganancia por todos lados”.
Claudia Cortez: “Iniciamos juntas este proceso con harta esperanza y proyectos en mente. Terminamos un proceso de crecimiento, de sacrificio, dedicación y muchas, pero muchas horas de esfuerzo. Pero cuando algo te cuesta, se disfruta más”.
-¿Cuál es su mejor recuerdo de estos cinco años?
Claudia: “Los recuerdos que tengo más frescos son cuando te juntabas con los compañeros, que por cierto cada uno tenía su historia. Entonces, encontrarse en un lugar cálido, compartir un té, llevar el hervidor para todos… son cosas que en jornada diurna no tienen mucho valor, pero en la vespertina una taza de té era reconfortante. O subir a las salas M, llegar a la cima, esos recuerdos son invaluables. Más allá de los contenidos que uno pueda aprender, se valora el contacto con otras personas, otras realidades, amigos que conservamos hasta ahora”.
Verónica: “Siempre la adquisición de conocimientos es algo grato, pero también recuerdo con cariño profundo los momentos en que estudiábamos Psicobiología, tratando de usar hasta el humor para poder entender cosas que nos resultaban áridas. Pero tiene razón Claudia cuando dice que estudiar en vespertino es distinto, las dinámicas son diferentes, uno valora cada minuto que está en la noche en la calidez del grupo. Personalmente rescato lo que aprendí de los profesores, todos muy jugados, muy metidos en su trabajo, generosos con su conocimiento y su saber. Eso no sé si se da en todas partes, pero al menos acá nosotros sí lo pudimos vivir”.
-¿Y el momento más ingrato?
Claudia: “No creo que sean momentos ingratos, pero sí hubo momentos de dificultad en que uno se puede cuestionar, decir ‘dónde me metí, en qué estoy’. Pero fueron momentos contados, muy fugaces. Y no es porque seamos tomasinas, pero acá existe de verdad todo lo que profesa la institución. Entonces cuando había un mal momento, decíamos ‘ya, vamos, sigamos’”.
Verónica: “Sería injusto hablar de momentos ingratos, al menos para nosotras. Yo tengo la vivencia que acá sentimos apoyo absoluto de todo el mundo, desde los guardias hasta el rector. Nos preguntaban ¿cómo le ha ido, profesora? ¿cómo van los estudios? Eso es muy rico de sentir”.
-¿Cómo vivieron ese doble rol de ser evaluadas por quienes finalmente eran sus colegas como docentes de Santo Tomás?
Claudia: “Yo creo que, por la edad, el tipo de personalidad y las estructuras propias de uno, no fue tan difícil. Fuimos hasta patudas porque no es que hayamos aconsejado al profesor, pero sentíamos que con pequeñas sugerencias podían lograr cosas mejores, sobre todo los profesores más jóvenes. Pero eso era en base a experiencias previas que habíamos vivido nosotras. Y de parte de ellos siempre sentimos mucho respeto y agradecimiento hacia nosotras, así que este doble rol lo vivimos de la mejor manera”.
-¿Sus alumnos sabían que se titulaban hoy?
Verónica: “Sí, sabían. Y mis exalumnos de Diseño también, de hecho, ellos nos diseñaron las tarjetas de presentación”.
Claudia: “Los de Gastronomía también sabían. Y como estamos a finales de semestre, más de uno está pidiendo hora para que lo atienda en la consulta”.