“Conversatorio de Medios de Comunicación y Conflicto Social”, fue el nombre del encuentro abierto a la comunidad que reunió a destacados profesionales en torno a un objetivo común: entregar una mirada regional y crítica a la labor del comunicador antes, durante y después del estallido social.

La iniciativa, organizada por el área de Comunicaciones del Instituto Profesional Santo Tomás Concepción y moderada por el periodista Williams Gómez, sirvió para contrastar el acontecer actual con episodios similares en la historia de Chile.

El jefe de carrera de Comunicación Audiovisual Digital y organizador de la ponencia, César Valdivia, aseguró que “estas instancias son sumamente necesarias porque se dan a conocer distintos puntos de vista y opiniones. La sociedad se construye entre todos. Por lo mismo, consideramos que los espacios de diálogo son necesarios”.

Paralelamente, se abordó el rol del periodismo y de la cobertura mediática, proponiendo posibles soluciones para encauzar la profesión hacia el trabajo ético, la ecuanimidad y la búsqueda de la imparcialidad.

Herramientas de la profesión

Los participantes del conversatorio señalaron la necesidad de volver a las herramientas esenciales de la profesión: confirmación, chequeo, pensamiento crítico, trabajo en terreno, búsqueda de datos y empatía, habilidades que, en esencia, ayudarían a separar la información suelta de la noticia como tal, diferenciando el simple relato del reporteo serio, para poder recuperar la perdida confianza de las personas.

“Es complicado lograr credibilidad cuando se han roto tantas realidades”, sostuvo Guillermo Salgado, expositor y galardonado reportero gráfico.

Por su parte, desde una mirada local como periodista de TVU, Fernanda Uribe señaló que entre canales nacionales y regionales “es muy diferente la lectura y la cobertura que se la ha dado a los hechos que han pasado en las últimas semanas en nuestro país”. Finalmente, Uribe relevó la mirada que ha tenido el periodismo en regiones al tomar el movimiento social como un pilar fundamental, sin criminalizarlo, pero sin tampoco “obviar las situaciones de violencia y los incidentes que se han desarrollado”.