Día Internacional de la Conservación del Suelo

El suelo, amenazas, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático

«El suelo es un componente clave de la vida sobre la tierra, se forma por la descomposición de las rocas a lo largo de millones de años, se descompone por la acción del sol, el viento, el agua, las raíces de las plantas e infiltración de ácidos orgánicos, todos estos procesos biogeoquímicos permiten y convierten al suelo en un ambiente óptimo para el crecimiento de plantas, microorganismos, macro y microscópicos. Por tanto, se puede decir que el suelo es un complejo ecosistema que contiene variedad e infinidad de organismos que interactúan entre si y que constituyen el suelo. De hecho, se sabe que cerca de un cuarto de toda la biodiversidad del planeta, habita y dependen directamente del suelo para su desarrollo. Los suelos pueden absorber grandes cantidades de dióxido de carbono, un hecho que ayuda a mitigar gran parte del carbono generado en nuestros procesos productivos», señala Luís Balboa, director del Departamento de Ciencias Básicas en Universidad Santo Tomás sede Puerto Montt.

El profesional explica que después de varios siglos de expansión de los sistemas productivos en Chile, en el siglo XIX los científicos reparan que la deforestación era la principal causa de la erosión de suelos, resaltando la importancia de los bosque como defensa natural a la acción de la lluvia, el viento y los cambios atmosféricos (http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-686.html). En la década de los ochenta del siglo XX se levantan voces preocupadas por la sustitución de bosque nativo por forestaciones uniformes que tienen grandes impactos negativos sobre el medio ambiente. Más recientemente, la submesa de Cambio de Uso del Suelo (CUS) de la COP25 expuso de manera detallada los alcances en los impactos del cambio de uso de suelo y degradación de los ecosistemas (Marquet et al. 2019). Sus principales recomendaciones van en la línea de: 1. Proteger de manera efectiva los ecosistemas naturales: bosques nativos, turberas, humedales y otros ecosistemas naturales, así como las plantaciones de especies nativas con una cobertura permanente para la restauración ecológica. 2. Restaurar y manejar los ecosistemas naturales mediante el manejo sustentable del bosque nativo (limitado a renovales) con fines de restauración, y la recuperación de bosques nativos, humedales y turberas degradadas mediante restauración ecológica. 3. Minimizar las emisiones por pérdidas de cobertura vegetal a partir de la situación actual. 4. Conservar los humedales. Ellos resaltan que el suelo y los ecosistemas que hay existen impactan no solo el ciclo del carbono, sino que tienen profundos impactos en la vida de las personas y sus diversas actividades cotidianas, especialmente de aquellas comunidades rurales y población más empobrecida y vulnerable.

Sin duda, en la lucha contra el cambio climático el suelo tiene un papel fundamental, dado que es capaz de absorber grandes cantidades de dióxido de carbono y cumple funciones de sumidero de las emisiones de CO2. Buenas prácticas en la línea de producción y consumo sostenible, uso adecuado del suelo que favorezca la protección de la biodiversidad, políticas de restauración de suelos degradados y mejorar la gestión del uso del suelo deben ser acciones que se deben considerar en la protección y recuperación del suelo y sus ecosistemas. La buena gestión y compatibilizar la producción agrícola con la conservación de los ecosistemas terrestres y su biodiversidad, el cuidado y buen uso del agua, la protección de bosques nativos y fomentar la agricultura orgánica, son ejemplo de aquello (https://fundacionmeri.cl/). Esto es especialmente importante si consideramos que, desde el Maule a Los Lagos, se ha estimado un total de 383.816 ha de bosques degradados en el período 2001-2010 (Conaf, 2016), el cambio de uso de un bosque templado en Chiloé a una turbera antropogénica (originada por un incendio) ha significado una disminución de 85% de la fijación de carbono. Más aún el cambio climático, lo incendios forestales en el centro-sur de Chile, cada vez más frecuentes, son agentes de perturbación del paisaje vegetal y su fauna cada vez más determinante de la pérdida de suelo.